A las 4 pm suena el caracol, es el llamado a la meditación de la tarde. Nos tienen preparadas unas pequeñas camitas sobre el pasto, con las almohadas más deliciosas que existen. Al recostarte, tapan tus ojos y comienza la relajación. Suenan instrumentos prehispánicos que emulan al agua, al viento, al jaguar; y de pronto, pierdes la noción del tiempo y el espacio.
Un paraíso entre árboles
De cuando en cuando llegan olores a menta, a lavanda, olores relajantes que aumentan el viaje interno. Despiertas, es posible que haya pasado una hora sin que te dieras cuenta. Al abrir los ojos vuelves a tu cuerpo y recuerdas que sigues acostada en el pasto, cobijada por el canto de los pájaros y las nubes del cielo.
Así es Amomoxtli, un oasis dentro de Tepoztlán en donde la prioridad es la relajación y el bienestar de sus huéspedes. Cuentan con diferentes meditaciones durante el día y diferentes actividades que ayudan a reconectarse con uno mismo. Las habitaciones, con vistas a los jardines, guardan dentro de ellas unas camas que te llevarán al sueño profundo.
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Si quieres tomarte unos días para descansar del mundo te recomendamos reservar El Cielo, la habitación más privada del hotel. Al despertar puedes comenzar el día con una clase de yoga, seguido de un desayuno lleno de nutrientes y sabores de la cocina mexicana en su restaurante Mesa de Origen.
La tarde pasa lenta a la orilla de la alberca tomando el sol al pie del Tepozteco. Un buen libro y un vaso de agua de sabor complementan perfectamente la experiencia.
En el spa te espera el temazcal y un masaje equilibrante con vistas al jardín y a la montaña te ayudarán a renovar tu cuerpo y tu energía.
A menos de dos horas de la ciudad está escondido este paraíso en donde todo está hecho para renovar tus sentidos y devolverte a la vida diaria con más energía.
Nota realizada por Aintza Udaeta, Editora de Fotografía en Robb Report México.