Desde que pusimos pie en el lobby del Viceroy Los Cabos supimos que nuestras vacaciones no serían como ninguna otra. La obra del arquitecto Miguel Ángel Aragónes sorprende desde el momento en que se posa la mirada sobre su diseño vanguardista que hace un brillante uso de los espacios y crea un ambiente único.
Sin duda alguna la monumental construcción que se alza sobre el espejo de agua y parece mezclarse con el mar hasta el horizonte es uno de los elementos más icónicos del Viceroy, alrededor del cual parece orbitar una energía que te hace sentir fuera de esta dimensión.
El “Nido”, como se conoce formalmente, encierra bajo su imponente fachada una sofisticada cevichería cuyas especialidades cambian diariamente. Durante nuestra primera cena disfrutamos de algunas exquisitas creaciones a base de diferentes pescados y mariscos que saben incluso mejor acompañadas con champagne y vino blanco. El pasar una agradable velada bajo lo que asemeja el hogar de alguna ave paradisíaca es sin duda una experiencia casi surreal con la que pudimos gozar de un lujo como ningún otro.
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Una de las mejores sorpresas que descubrimos durante nuestra visita es que el hotel Viceroy es el lugar ideal para cuidar de tu cuerpo y salud. Cuando los primeros rayos de sol y el suave sonido de la espuma marina arrastrándose sobre la arena nos despertó de una de nuestras mejores noches de sueño, tuvimos el gusto de comenzar el día haciendo yoga junto a la playa.
El resto de los días que pasamos en el Viceroy aprovechamos para probar del fitness center, el cual está diseñado por el famoso entrenador canadiense, Harley Pasternak. Debemos reconocer que son pocos los resorts que cuentan con un gimnasio tan equipado y completo como el del Viceroy. Cada amanecer sentíamos nuestra fuerza regresar al cuerpo durante nuestras rutinas de entrenamiento y nos preparábamos para una día de absoluta relajación.
Como si dos piscinas y un jacuzzi a la orilla del mar con servicio de coctelería y música en vivo no fueran suficientes para borrar hasta el último rastro de estrés, el Viceroy decidió consentirnos aún más ofreciéndonos un servicio de masaje en su exclusivo spa que no pudimos resistir probar. Velas parpadeantes, dulce aromaterapia y manos firmes de las expertas masajistas, fueron la combinación perfecta para convencernos de que ya no estábamos en un hotel de lujo, sino en el mismo Paraíso.
Durante las noches nunca faltaban actividades para realizar. Para los amantes del cine existe una sala privada para disfrutar de noches de película en cómodas butacas y con deliciosas botanas mexicanas que amables anfitriones se encargan de repartir.
En caso de preferir un plan más sofisticado, el bar “OTRO” ubicado en la planta baja ofrece degustaciones de algunos de los mejores mezcales y tequilas extra añejos y reposados nacionales que podrás gozar mientras contemplas uno de los cielos más hermosos que hayas visto al atardecer.
Si quieres vivir una experiencia tan placentera como la nuestra te sugerimos que reserves tu estancia cuanto antes para tener el privilegio de ser uno de los primeros en conocer esta nueva joya que brilla como ninguna otra en el Mar de Cortés.