Con una arquitectura robusta, un estilo que evoca el glamur de otra época y una propuesta diferente pensada en los nómadas digitales más exigentes, Campos Polanco se descubre como uno de los hotspots más innovadores e interesantes de la Ciudad de México.
Enclavado en un discreto triángulo urbano en el que conviven las calles de Ariosto, Edgar Allan Poe y Campos Elíseos, en el exclusivo barrio de Polanco, esta sede domina desde sus grandes ventanales y terraza el Jardín de la República del Líbano, y se ubica a tiro de piedra del famoso Parque Lincoln. De ahí el nombre de Campos Polanco.
“El concepto detrás de este proyecto es crear una experiencia residencial para viajeros interesados en convivir en un entorno auténtico de diseño mexicano internacional”, dice Fidel Escobedo, director creativo de Campos Polanco.
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Con una historia que data de finales de los años 40, esta sede luce una nueva vida tras una larga remodelación, en la que se rescató el espíritu arquitectónico original –con fuertes acentos de art decó, que se funden con otros estilos–, pero con una idea contemporánea que va desde los materiales y el diseño interior hasta la funcionalidad.
Escobedo lo define como una Social House, es decir, un programa de residencias temporales al que se suman múltiples áreas de convivencia.
Así es Campos Polanco
Campos Polanco cuenta con 12 suites, que parten de los 35 a los 120 metros cuadrados, con espacios perfectos para disfrutar de estancias cortas o largas en la capital.
En cada nivel se pueden advertir estas áreas destinadas a la interacción social, con nombres como La Sala, La Biblioteca, El Patio o El Estudio, en donde se cuenta con todos los servicios y comodidades para pasar una tarde de lectura o llevar a cabo las tareas del home office.
“Tenemos en mente al nómada digital, esa persona que puede venir de cualquier parte del mundo –incluso del interior de la República–, y que tiene también un interés en el diseño, en la cultura, en las experiencias gastronómicas”, explica Escobedo.
La Ciudad de México se ha convertido en un imán para los nómadas digitales, cuyo número se ha multiplicado en el país a raíz del final de la pandemia y la normalización de nuevas dinámicas laborales.
Según diversas estimaciones, en México hay cerca de 90 mil visitantes extranjeros que trabajan bajo la etiqueta de nómadas digitales, mientras que las viviendas temporales se han triplicado en la capital durante los últimos 20 años.
“Hay diferentes perfiles del nómada digital, pero las viviendas normalmente se centran en ofrecer internet de alta velocidad y departamentos amueblados… sin embrago, hemos identificado que muchos nómadas digitales quieren conocer la parte social, tener contacto con la gente local o con otros viajeros, conocer el arte de la ciudad y los sabores propios de ese destino”, describe Escobedo.
Por ello, Campos Polanco se desmarca de esa oferta tradicional que ebulle con las aplicaciones de renta de vivienda, pues se trata de un espacio mucho más exclusivo y dinámico, en donde las horas del día también son un llamado a esa interacción.
Así, por las mañanas se sirve el desayuno en El Patio, con un menú preparado por el chef Diego Isunza, mientras que, por las tardes, los inquilinos acuden a las improvisadas reuniones en torno a caballitos de tequila, degustaciones de chocolate y mezcal.
Campos Polanco no solo es un punto de partida ideal si lo que se pretende es visitar los principales museos, teatros y jardines de la Ciudad de México, sino que también resguarda una colección de arte contemporáneo, que ayuda a generar distintas atmósferas al interior.
El edificio de mitad del siglo pasado hoy cuenta una nueva historia, como un hotspot que ha viajado en el tiempo para convertirse en un sitio de exclusividad, a la altura no solo del lujo de la gran ciudad, sino también de las nuevas tendencias que conjugan la vida laboral, artística y turística en esta nueva era.