
La nueva creación de Audemars Piguet es innovadora, llamativa y te invita a tomar las riendas de tu tiempo.
Año con año, suceden cosas —tanto a nivel individual como colectivo— que nos hacen cambiar el rumbo, nuestras dinámicas y hasta los tiempos en los que nos movemos.
Este 2020 no es la excepción: orillados por la vida, tomamos un respiro, un descanso de un mundo acelerado, de los apresurados minutos, y nos vemos invitados a volvernos sobre nosotros mismos como una oportunidad para recuperar nuestro propio ritmo.
Y si hablamos de maestría al momento de trabajar con esa preciada e intangible materia que es el tiempo, pocos al nivel de Audemars Piguet. La firma lo vuelve a dejar claro con el Millenary Frosted Gold Philosophique.
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Inspirado en la estética de los relojes del siglo XVII —cuando los dispositivos de medición del tiempo simplificaban la transmisión de energía con una sola aguja—, esta pieza lleva una declaración filosófica detrás: desafiar las invenciones contemporáneas de la medición del tiempo y constituirse como un ícono de libertad creativa e individualidad independiente ante las prisas y el frenesí del mundo de hoy.
Respetando las tradiciones de Audemars Piguet, Philosophique tiene meticulosos acabados a mano y está dotado de un nuevo movimiento automático calibre 3140, un mecanismo patentado que acciona la aguja alrededor de la esfera en una trayectoria elíptica para seguir la curva de la caja.

La rueda de la hora se corresponde directamente con un disco transparente en la esfera, en el que está montada una única aguja de oro blanco o rosa, pulida y arenada. La caja, de oro blanco o rosa de 18 quilates, presenta una alternancia de superficies pulidas y satinadas, y un acabado de oro martilleado —una técnica adoptada de la diseñadora de joyas florentina Carolina Bucci—.
El efecto de polvo de diamante crea resultados de horas de micromartilleo meticuloso, que contrasta con los biseles pulidos a mano que adornan la caja y las asas. Al agregar un toque sutil de color, el fondo de zafiro transparente de la caja revela la masa oscilante, cuyos coloreados chapados recuerdan la esfera martilleada hecha a mano en tonos marrones o azulados y trabajada con “imitación de martilleado”.

En cuanto a la corona, está engastada con un zafiro
cabujón azul o translúcido, hermético hasta 20 metros. Los acabados cierran con
correa de piel de aligátor en tonos azul o marrón, cosida a mano y con hebilla
de hebijón de oro blanco o rosa, ambos de 18 quilates.
Este reloj libera el tiempo de las limitaciones de la incesante búsqueda de precisión de la industria moderna y nos devuelve algo que muchas veces pasamos por alto: que más que una herramienta para “domar” los segundos, los relojes han sido, y siguen siendo, un referente emocional que nos recuerda que los mejores tiempos de nuestra historia están por llegar.