El conductor y el piloto miran hacia adelante. Esperan la señal de salida. La famosa tricolor francesa cae y momentos después, el asfalto comienza a vibrar. Los dos partieron uno al lado del otro. Miran hacia el horizonte y aceleran a fondo.
Es la competencia entre dos máquinas posicionadas en la cima de sus respectivos campos: un hypercar y un jet de combate, un Bugatti Chiron Sport que honra a la aviación francesa, midiéndose frente a un avión de la Marina gala: el Dassault Rafale Marine, unos 1500 HP contra 58,550 newtons de empuje (que equivalen a más de 5,700 HP). El resultado puede parecer obvio, pero la carrera, de cualquier modo, resulta apasionante.
Bugatti Chiron Sport ‘Les Légendes du Ciel’
A fines del año pasado, el fabricante francés de los automóviles más rápidos del mundo brindó un homenaje a la aviación de su país con el lanzamiento de un modelo limitado a sólo 20 unidades: el Bugatti Chiron Sport ‘Les Légendes du Ciel’.
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Un hypercar que recuerda los estrechos vínculos de la marca con el mundo de la aviación desde hace más 110 años y rememora a los ex conductores de Bugatti de la edad de oro que también pilotearon aviones.
Es un vehículo de gran potencia, proporcionada por un motor W16 de 8.0 litros con 1,500 CV y un par de 1,600 newton metros; así como una transmisión de doble embrague de siete velocidades que transfiere la potencia a los cuatro neumáticos.
Su interior presenta cuero en color Gaucho que recuerda al natural utilizado en los aviones en el pasado, el cual contrasta con las molduras de aluminio y una incrustación del mismo material con el logo ‘Les Légendes du Ciel’, que también aparece en los reposacabezas.
En los paneles de las puertas hay un boceto de una escena de carrera entre el avión Nieuport 17 y un Bugatti Type 13 que representa los dos vínculos históricos conmemorados por el auto hiperdeportivo de edición limitada, cuyo precio neto ronda los 2.88 millones de euros.
La carrera
Tras el volante de esta belleza se sienta un hombre de velocidad y precisión en la cabina: el piloto oficial de Bugatti, Pierre-Henri Raphanel, quien ha participado en las 24 Horas de Le Mans unas 14 veces y batió el récord de velocidad de superdeportivos legales en carretera para Bugatti en un Veyron 16.4 Super Sport (431,072 km / h / 268 mph).
Frente a ellos está un Dassault Rafale Marine, el orgullo de la aviación de la Armada francesa, capaz de poder despegar en distancias especialmente cortas, ligero, versátil, con una envergadura de 10.86 metros y una velocidad máxima de 1.6 Mach o alrededor de 1,975 km / h. Todo eso pilotado por el capitán de fragata Etienne.
Desde la cima de sus respectivos campos, estas dos máquinas tienen mucho más en común de lo que se pudiera pensar, pero para no ahondar en detalles técnicos, destacaremos que son similares en términos de tecnología y materiales, a la vez que son productos fabricados con pasión y precisión, increíblemente hermosos, potentes y rápidos, que se pueden maniobrar y frenar con precisión, como ningún otro.
Al iniciar la carrera, el Bugatti Chiron Sport tomó la delantera. El hiperdeportivo acelera de 0 a 100 km / h en 2.4 segundos y a 200 km / h en 6.1 segundos. Se necesitan 13.1 segundos para alcanzar una velocidad de 300 km / h y 32.6 segundos para acelerar a 400 km / h, una velocidad a la que el piloto, Etienne y el Rafale Marine parecen estar a la altura para despegar.
El avión alcanza los 165 km / h después de 150 metros y 210 km / h después de 250 metros, y despega después de 450 metros a unos 260 km / h.
“Me alejé del Rafale durante los primeros cientos de metros, pero después de unos cientos de metros más estaba a unos 20 metros por encima ya mi lado en el aire. Una vista increíble y fantástica ”, dijo Pierre-Henri Raphanel.
“El Chiron Sport tiene una fuerza de aceleración increíble que se acerca mucho a la del Rafale. Lo que sientes en el Bugatti es lo que sientes en el jet, incluso al frenar ”, explicó, por su parte, el piloto.
Al final, los verdaderos ganadores de la carrera fueron los pilotos que pudieron vivir esta experiencia y los fanáticos de la velocidad que amamos ver este tipo de espectáculo.