“Es un producto demasiado bueno para ser legal”. Así fue definido, entre las duras críticas de la época, la primera generación de sneakers que lucía en sus pies Michael Jordan, el jugador de basquetbol más famoso de la historia. No fue un inicio fácil para los Air Jordan, unas zapatillas que con el tiempo se convertirían en uno de los pilares más importantes de la mitología relacionada con el guardia número 23 de los míticos Chicago Bulls, uno de los equipos más dominantes en la historia de la NBA, la liga profesional de baloncesto de Estados Unidos.
Cierto, el modelo que recibió muchas críticas —y que fue prohibido por la NBA— fue el prototipo Nike Air Ship, y no porque brindara algún tipo de ventaja desde el punto de vista atlético a quienes lo utilizaran, sino por razones cromáticas. La regla del 51%, eliminada unos años más tarde, establecía que el calzado usado por los basquetbolistas tenía que ser de color blanco y en tono con los colores de cada equipo, mientras que en ese modelo predominaban el rojo y el negro. “Los colores del diablo”, dijo alguna vez, entre bromas, el propio Jordan durante una entrevista.
Sin embargo, los genios de la comunicación de Nike supieron aprovechar un escenario de “crisis” para darle la vuelta a la estrategia y, por el contrario, lograron forjar una leyenda. Antes siquiera de que ese par de tenis fuera realmente utilizado en las duelas, los adolescentes de aquellos años, ansiosos por desafiar las reglas impuestas en la sociedad y en la liga, acudieron en masas a los centros comerciales para comprar un nuevo modelo revestido de piel, transformándolo en el máximo emblema de lo cool.
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A partir de ese histórico 1985, la firma Jordan —que creció hasta convertirse en una submarca de la misma Nike— ha lanzado 34 modelos, además de infinitas reediciones de los clásicos, en un diálogo continuo con la cultura pop de los 80 y 90, que desde hace tiempo viven un espectacular segundo aire en el que se glorifican íconos que despegaron durante esas amadas-odiadas generaciones, como el mismo Michael Jordan.
Tres décadas después, entra en escena Dior. Hablamos de una de las pocas casas de moda que cuentan con la experiencia necesaria para manejar los códigos de un producto que ha dejado de ser simplemente un par de zapatillas de basquetbol. El resultado es una alianza que culmina con una colección bautizada como Air Dior, que vio la luz en enero con la presentación de los tenis Air Jordan 1 High OG Dior pero que, a partir de este mes, se consolida con un arsenal de prendas que, desde ya, son objeto de deseo entre el ala vanguardista de la moda. Si bien este partnership inició con la develación de los sneakers durante el show Fall/Winter de Dior en Miami, hace unos meses, ahora, con la incorporación de los productos ready-to-wear y los accesorios, se cierra el círculo entre la maison y la marca de culto del universo sportswear.
“Con Air Jordan estamos hablando de una marca icónica en la industria, al igual que Dior”, afirma Kim Jones, Director Creativo de la firma francesa y responsable de la colección cápsula. “Se trata de dos marcas que representan la absoluta excelencia en sus respectivos campos. Juntarlas en esta colaboración significa mezclar la manufactura artesanal y el savoir-faire de la fábrica de Dior en Italia con los artibutos técnicos de Jordan”. Una alianza que, a nivel textil, se materializa en el famoso swoosh de los sneakers presentados en Estados Unidos, que en su interior incorpora el patrón Oblique, sinónimo de Dior.
A nivel estético el resultado es impactante: nadie jamás imaginó lo bien que pueden convivir bajo un mismo techo marcas que hace no mucho tiempo lucían en extremos opuestos. Pero, en términos teóricos, la novedad reside en un sustancial “cambio de ritmo” que está impactando a toda la industria fashion. Si bien es cierto que las grandes firmas llevan mucho tiempo saqueando el léxico de la vestimenta deportiva —la cual está viviendo, entre los millennials y la Generación Z un nuevo auge— sin ser capaces de aportar mucha sustancia al discurso, Dior aprovecha la ocasión para renovar el guardarropa masculino no sólo dando cátedra de tendencia sino incorporando tejidos basados en el savoir-faire de la más pura tradición europea.
A primera vista, destacan las sudaderas con capucha de gamuza que se distinguen por el logo realizado en relieve o los pañuelos en seda que mezclan el motivo toile de jouy y la impresión alada de los Jordan. En los detalles se respira el espíritu del hombre que transformó el basquetbol y el deporte, pero también el de quien hizo lo propio en la industria de la moda. Por ello se puede ver la figura de un balón de basquetbol con alas en distintos detalles, así como las iniciales “CD”.
Los looks completos proponen siluetas minimalistas y perfiles de color que contrastan, sin llegar a ser llamativos en exceso. La inspiración, según explica el propio Jones, nació del mismo Michael Jordan quien, fuera de la duela, iba siempre de traje. Esa es la razón de que las piezas de esta deslumbrante colección reúnen la habilidad sartorial de la casa francesa con el espíritu de la ropa deportiva estadounidense de los 80, inspirada en la leyenda del basquetbol. Esta línea equilibra siluetas atemporales pertenecientes a los archivos de Jordan y a los de Dior; más aún, da nueva vida al estilo sport clásico. El resultado, cree Jones, es una silueta que condensa la actitud de la sastrería y el deporte de lujo.
La propuesta, dominada por elegantes tonalidades de azul marino, blanco y gris, favoritas de Monsieur Dior, se completa con bolsos, carteras, collares y corbatas jacquard, así como con camisetas de cashmere sin mangas y variedades polos, entre otras prendas que, de hecho, retoman el estilo de vestimenta de Su Majestad, muy audaz cuando se trataba de adoptar tendencias distantes del estereotipo de la exuberante masculinidad deportiva de la época.
Hoy en día, esa imponente audacia que mostró dentro y fuera de la cancha, esa misma capacidad de trascender géneros, definiciones y límites, ya no pertenece solamente a los atletas —el último relevante, en este sentido, tal vez haya sido David Beckham, a finales de los años 90— sino también a los cantantes de rap. Amantes de la logomanía relacionada con las firmas del lujo, pero nacidos en los años del streetwear y de aquel Fresh Prince of Bel-Air que también lucía los Air Jordan V en una buena parte de los episodios de la popular sitcom noventera, estos personajes musicales son los herederos directos de la filosofía estética de Michael Jordan.
Es por eso que Dior eligió como portavoz de esta colección al rapero Travis Scott, uno de los protegidos de Kanye West y nada menos que pareja de Kylie Jenner, una de las influencers de mayor peso en el mundo. Scott es, además, un artista que se siente cómodo en los terrenos experimentales de la moda, incluyendo el de la sofisticación —aspecto siempre cortesía de Dior— adaptada a la vida cotidiana.
“Estamos llevando el sportswear a una nueva dimensión, una muy superior”, concluye Jones. Y, efectivamente, al ver el resultado de esta colaboración se podría asegurar que la famosa silueta del jumpman, que representa uno de los momentos más importantes en la carrera de Michael Jordan —cuando realizó una clavada desde la línea de tiro libre—, está listo para volar de nuevo y, esta vez, más alto y más lejos que nunca.
Nota escrita por: por Giuliana Matarrese / fotos Hugo Scott, Valentin Hennequin, Alfredo Piolla / Brett Lloyd