
La comida peruana ha recibido bastante atención y ha aumentado su popularidad en los últimos años, ¿me extraña?, en lo más mínimo, incluso antes de viajar a Perú había probado algunos platillos aquí, en la ciudad, y ya puedo comprobar que no hay como disfrutar de sus sabores en el propio destino.
Perú es una de las grandes mecas culinarias en el mundo teniendo a grandes exponentes que han catapultado su gastronomía hasta el cielo, ahí tenemos a Virgilio Martínez y Central que se coronó como el Mejor Restaurante en The World’s 50 Best Restaurants en 2023 y el mejor de América Latina en 2022.

Pero bien dicen que ‘ver para creer’ o en este caso ‘probar para comprobar’ y en una travesía gastronómica junto a Marriott viajé hasta Lima y Cusco para decir que sí, Perú no es solo un destino lleno de cultura y tradición, tiene todo para dejarte con un buen sabor de boca.
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Marriott nos lleva a probar los sabores de Perú, de Lima y Cusco
Desde la cocina criolla peruana, el cebiche (Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad) y la cocina nikkei, hay muchos sabores que probar en ambos destinos de Perú.
La primera parada fue el JW Marriott Lima ubicado en el corazón de Miraflores. La propiedad recién remodelada tiene una vista espectacular al Océano Pacífico, así como habitaciones tremendamente cómodas y la mejor ubicación para caminar por la zona.
El chef Rafael Casin fue el encargado de recibirnos aquí. El chef tiene más de 20 años de experiencia en restaurantes de Perú, Italia, España, Inglaterra y hasta México y es el encargado del Restaurante La Vista dentro del mismo hotel.

Su propuesta gastronómica para JW Marriott Lima consiste en usar productos locales, nacionales y orgánicos, es por ello que dentro de la agenda no podía faltar la visita al mercado de Surquillo para conocer algunas frutas y verduras que usualmente no encontramos aquí en la ciudad como el Ají, que es parte fundamental de la gastronomía peruana, o frutos como el aguaymanto o el camu camu.
Pero esa solo fue la primera parada, lo siguiente en la lista fue Don Torcuato, que es el nombre de una ciudad argentina pero también de un farmer’s market en Pachacamac, a casi una hora de Miraflores, en donde se cultivan frutas y verduras que luego el chef Casin y la chef Valery Schroth usan para sus recetas.
Recorrer Don Torcuato es un gozo, caminando por los sembradíos y comiendo frutas y hojas recién cortadas pues al no usar ningún pesticida es completamente seguro hacerlo, además de ser un deleite para la vista ver tantas verduras y frutas llenas de colores.
A la mesa del JW Lounge no faltaron los cebiches con leche de tigre, toronjil (que ya es el sello del hotel), la causa limeña, tiradito y por supuesto el pisco sour, el cóctel clásico peruano con pisco, zumo de limón, sirope y clara de huevo.



Y me gustaría destacar la cocina Nikkei que es fruto de la inmigración de ciudadanos japoneses a Perú. Fusionando lo mejor de ambas culturas, ingredientes locales y técnicas niponas, que dan como resultado los tiraditos, pescados frescos, la tempura, el tartar y salsas a base de leche de tigre.
Pero la aventura apenas comenzaba y después de un vuelo de apenas 1 hora llegamos a Cusco, el hogar de Machu Picchu, las alpacas, llamas, una deliciosa gastronomía y por supuesto el JW Marriott El Convento Cusco.
El hotel es una joya invaluable erigido en torno al antiguo Convento Colonial de San Agustín del Siglo XVI, en donde aún perduran mucho de los hallazgos de los periodos Pre-Inca, Inca, Colonial, Republicano y Contemporáneo, dándole al hotel un carácter único.
No hay forma de no enamorarte del hotel si desde la entada te reciba una pieza de arte que representa a Inti, el Dios del Sol, hecha a partir de 76,500 cristales Swarovski en forma de un sol que brillan conforme te mueves.



Es también en el JW Marriott El Convento Cusco, en el patio principal, en donde te encuentras con Panchita, la adorable alpaca de la propiedad que está lista para posar junto a ti y dejarse apapachar.
Aquí nos recibió una bienvenida Andina con música instrumental, el clásico té de muña y algunos presentes de Awanallaqta Tocapo, una empresa fundada por Marleny Callañaupa y Uriel Mamani con el propósito de apoyar a las mujeres que están inmersas en el proceso de productos tejidos a mano en lana de llama, alpaca y oveja.
A la llegada a Cusco es recomendable descansar durante el primer día para adaptarse a la altura del lugar, el JW Marriott El Convento Cusco hace lo propio con un sistema complementario de oxígeno en cada habitación para ayudar con el mal de altura, así que lo que mejor que pudimos hacer para evitar la fatiga en nuestra primera tarde fue comer.
Ahora quien nos recibe en Qespi, el restaurante del hotel, es el chef de JW Marriott El Convento Cusco, Rely Alencastre, quien goza de una trayectoria de 20 años en hoteles de Perú y Cuba y pasantías en España y Texas.
Con una mesa repleta de productos del país andino fue mucho más sencillo para nosotros identificar las 3 regiones principales: los Andes, la Amazonía y la Costa.

En la zona de montaña se puede encontrar la quinoa y papas, que para nuestra sorpresa ahí hay más de 4 mil variedades de papas nativas, diferentes en tamaños, colores, formas e incluso el sabor y manera de preparación, mientras que en la región costera y amazónica es más sencillo encontrar mariscos.
La comida de Qespi no tiene desperdicio, pero toca turno de comer mucho más local y así nos dirigimos hasta Chinchero, en donde la comunidad de Awanallaqta Tocapo nos dio una cálida bienvenida llena de baile, música, rituales y por supuesto comida muy bien aderezada con la imponente vista de Playa La Sirena y la Laguna Piuray.

Aquí pudimos atestiguar el impresionante trabajo detrás de Awanallaqta Tocapo, quienes han trabajado durante generaciones para preservar su cultura y tradiciones, mostrándoles a visitantes locales y extranjeros lo orgullosos que están de ellas.
Durante una visita a este destino no puede estar exenta la Pachamanca, término que proviene de las voces quechuas pacha, ‘tierra’ y manka, ‘olla’, haciendo referencia a la forma tradicional de preparar los platillos al calor de piedras precalentadas.

Más allá de ser una comida es todo un ritual, en donde la carne de gallina, cerdo y res se une a otros productos locales como las papas, el camote, choclo, habas, plátano y en algunas ocasiones la yuca, un festín al que hay que llegar con hambre porque hay mucho que probar.
Con un desayuno en el mercado de San Pedro acompañado de pan tradicional, chicha de jora, chicha morada, té piteado con pisco y mucho té de muña terminó nuestra aventura culinaria por Perú acompañados de Marriott.
Perú tiene tanto que ofrecer que resulta difícil saber por dónde empezar, durante esta travesía tuvimos oportunidad de envolvernos en la cultura local pero también en sus sabores tradicionales acompañados de Marriott, el Chef Rafael Casin, la chef Valery Schroth y el chef Rely Alencastre, quienes con toda su experiencia nos dieron a probar una pequeña cucharadita de un país que no hace otra cosa que dejarte un gran sabor de boca.