Desde su aparición en el mundo de la Alta Relojería en 1999, el francés Richard Mille ha proporcionado a la industria un toque de frescura y modernidad con sus guardatiempos. Bajo sus tres pilares: innovación técnica, arquitectura artesanal y la permanencia de su legado, pronto se ha transformado en un referente de perfección relojera.
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A continuación, te presentamos tres de las mejores creaciones de la casa que, en muy poco tiempo, ha hallado un lugar en el lujo de la relojería.
RM 027 Tourbillon
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Perteneciente a su colección masculina, esta pieza se convirtió en uno de los grandes iconos de la firma francesa tras su colaboración con el tenista Rafael Nadal. Por allá del 2012, y gracias a su peso de 3.8 gramos, era un must entre deportistas.
Para su base se utilizaron aleaciones de aluminio, circonio, cobre, magnesio y litio, elemento al que le debe su ligereza y que también es utilizado en la Formula 1 y aviones Airbus 380. Su creación fue tan exclusiva que se limitó su existencia a 50 ejemplares por un precio de 550 mil dólares.
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RM 56-02
Sólo 10 personas tuvieron la fortuna de usar este modelo lanzado en 2014. Se trataba de un diseño complejo cuyo mecanismo desafiaba las leyes de la gravedad al mantenerse suspendido dentro de la caja con un sistema de cableado.
De igual manera, por su resistencia y cualidades estéticas, se utilizaron zafiros para incrustar el movimiento en el tourbillon; mientras que el uso de nanotecnología fue utilizada para dotar de transparencia a su fabricación, todo esto por dos mil 20 millones de dólares.
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RM 052 Tourbillon Skull
En 2013 la originalidad de Mille fue reafirmada al incluir en su estética uno de los símbolos del famoso dicho bíblico vanitas vanitatum. Cada una de las partes de la calavera cumplía una función y, en conjunto, se conviertían en el pulso de este singular tourbillon.
De los 21 relojes que se fabricaron de esta versión -valuados en en un millón 413 mil dólares-, cada uno contenía 15 piezas de titanio y un set de seis piezas más de oro blanco o rojo.