El SIHH de Ginebra acaba de cerrar sus puertas con una cifra récord: 23,000 visitantes, lo que viene a confirmar la buena salud de un salón que este año se enfrentaba a una edición clave: la número 29, marcada por la salida de dos marcas, Audemars Piguet y Richard Mille, que se han despedido con lanzamientos polémicos.
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La primera con Code 11.59, la apuesta más fuerte de la manufactura suiza de Le Brassus más importante en los últimos 20 años, que marca una ruptura con lo que sus incondicionales esperan de la marca que fabrica el Royal Oak. La segunda con una colección inspirada en las golosinas infantiles —regaliz, malvavisco, paleta de dulce…— pero precios muy alejados del kínder (entre los 120 y los 150,000 dólares).
Mientras unas se van, otras llegan, como es el caso de la firma suiza Bovet, fundada en 1822, y una independiente, Armin Storm, que se incorpora al Carré des Horlogers.
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El año que viene, sin embargo, traerá un cambio definitivo que, según Fabienne Lupo, presidente y directora de la Fundación de la Alta Relojería que organiza el SIHH, “confirmará a Suiza como el destino principal del mundo de la relojería”. El Salón Internacional de Alta Relojería de Ginebra y la feria Baselworld de Basilea, los dos eventos más importantes de la industria a nivel mundial, han decidido coordinar sus agendas. Así, en 2020 el SIHH será del 26 al 29 de abril, en Ginebra, y Baselworld, del 30 de abril al 5 de mayo.
En la edición que se acaba de clausurar, hemos podido observar una tendencia que en los últimos años se ha ido consolidando: la vuelta a los orígenes de las principales casas relojeras, con reinterpretaciones de sus modelos clásicos —excepción hecha de Audemars Piguet— en clave contemporánea como la mejor manera de acercarse a esa nueva generación de consumidores que todas tienen en mente.
Las manufacturas apuestan, paradójicamente, por sus íconos más emblemáticos para conquistar a un nuevo cliente que busca en la alta relojería un tesoro atemporal, ajeno a tendencias. Los coleccionistas del mañana buscan lo mismo que los connaisseursde ayer (y de siempre): una inversión sin fecha de caducidad.