El sobrenombre de Ciudad Eterna con que se conoce a Roma está bien justificado, tanto por la antigüedad de sus maravillas como por el hecho de que —pese a esa misma antigüedad— está en constante evolución para ofrecer a sus visitantes algo nuevo en cada ocasión y, sin embargo, en línea con su identidad. La vieja capital del histórico imperio se comporta como un organismo que evoluciona por su cuenta y el Hotel de Russie contribuye a ello con su más reciente renovación.
Hotel de Russie presentó la Nijinsky Suite, un santuario de categoría presidencial donde detalles y estilo convierten al lujo en el sello distintivo, y cuyo nombre es un tributo al bailarín de ballet y coreógrafo ruso Vaslav Nijinsky, una figura cultural del siglo XX.
Hotel de Russie
El rediseño del Hotel de Russie corrió a cargo de Olga Polizzi, la directora de diseño del grupo Rocco Forte Hotels, del que este establecimiento forma parte. Su meticulosa labor se concentró en potenciar el lucimiento de los espacios habitables en interiores y exteriores.
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La directriz principal que la guió fue producir el efecto de una residencia romana mediante una eficaz combinación de elegancia atemporal —concepto que bien podría funcionar como sinónimo de Roma— y una serie de objetos italianos antiguos y piezas hechas a la medida.
El éxito de su misión se aprecia a lo largo y ancho de los 172 m2 de la Nijinsky Suite que, lejos de lo recargado, se instala más bien en terrenos de refinamiento y armonía. A eso se añade una terraza privada de 240 m2 que mira al jardín privado del Hotel de Russie, al monte Pincio y a los tejados de la ciudad, y resulta ideal para celebraciones íntimas o para relajarse a solas.
Todo el concepto, de acuerdo con Polizzi, representa “un vínculo entre la suite, el edificio y Roma”. Una alianza a la medida de un ícono.