La navaja suiza es Suiza en una navaja
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Suiza podrá ser reconocida a nivel mundial por su alta calidad de vida, sus bellos paisajes alpinos, sus chocolates o su tradición relojera de siglos, entre muchas otras cosas, pero si tuviéramos que pensar en representarla mediante un símbolo, tendríamos que elegir, sin duda alguna, la figura de la llamada navaja suiza de Victorinox.

Sí, esa misma herramienta con la que un tal MacGyver resolvía todo tipo de problemas como protagonista de una popular serie de televisión de los años ochenta o la que forma parte del kit de supervivencia de los astronautas de la NASA desde 1992; esa que ha ampliado tanto sus horizontes que ha pisado el terreno de grandes artistas y diseñadores quienes la han intervenido convirtiéndola en una verdadera obra de arte.

Incluso entre los suizos hay una expresión muy popular que dice “Etre un véritable couteau suisse” que en español significa “ser una verdadera navaja suiza” y se usa para describir a las personas que son particularmente adaptables y competentes en distintas disciplinas.

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Carl Elsener IV, presidente de Victorinox

Con la justa dimensión de lo que representa la navaja suiza, viajamos hasta aquellas tierras, al lugar exacto donde se fabrica para platicar con el presidente de la marca que la creó y la tiene en el top of mind colectivo: Carl Elsener IV.

“Estoy muy orgulloso de que mi familia hace más de 100 años en este pequeño pueblo suizo haya podido crear un producto capaz de convertirse en un ícono de Suiza en todo el mundo”, enfatizó el apasionado presidente de Victorinox.

Estando ahí en lo que es la oficina con la mejor vista que he visitado no solo pude conocer la historia de la marca, de su escudo con la cruz al centro y de su nombre que está compuesto por las palabras Victoria (nombre de la madre de Karl Elsener) e Inox (término usado para denominar los stainless Steel knives).

El ejecutivo frente a mí, Carl Elsener IV, perteneciente a la cuarta generación al mando de la empresa es más que un heredero, un verdadero apasionado de su trabajo y su empresa, en busca siempre de la innovación, la alta calidad y la funcionalidad inherentes a la marca.

Pero además, es una persona con una calidad humana impresionante, orgulloso de sus antepasados, consciente del peso que tiene en los hombros para mantener ese legado de 135 años que ha hecho que cualquier persona en el mundo vea aquel escudo rojo con una cruz al centro y piense automáticamente en Suiza.

Asimismo, Carl Elsener es un convencido de que para seguir impulsando el crecimiento había que buscar expandirse hacia nuevos horizontes con un portafolio que abarca cuchillos domésticos y profesionales, relojería, equipaje, y hasta perfumería.

La navaja suiza de Victorinox

Por supuesto que el producto estrella, representando un 36% de las ganancias, sigue siendo la navaja suiza, lo que resulta perfecto para entender a Victorinox y sus secretos en sí.

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La navaja suiza de Victorinox se ha convertido en un símbolo de aquel país.

En la visita que hicimos a la fábrica, tuvimos la oportunidad de armar nuestra propia navaja, por su puesto, que lo que a los expertos en la fábrica de Victorinox les toma 30 segundos a mí me tomó alrededor de 10 minutos y con asistencia, pero no vamos a sentirnos mal, al contrario, celebramos el haber vivido la experiencia –abierta al público en la tienda de Brunnen– realmente te hace entender el detalle y precisión que se necesita para dar vida a una navaja de Victorinox.

La estructura de este instrumento, de hecho nos permite hacer una analogía con la estructura de toda la compañía, compuesta por piezas específicas y cuidadas para cubrir una necesidad en específico.

La compañía

Parte de la magia de Victorinox en mi opinión es el hecho de que se mantenga como una empresa familiar, donde la quinta generación de Elsener está plenamente involucrada con un gran sentido de comunidad y pasión por la excelencia artesanal.

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Muchos podrán decir que es una cuestión cultural o no, pero al recorrer la fábrica lo que llama la atención es la concentración de los empleados, un silencio casi absoluto, sino fuera por el ruido de algunas máquinas que rompen con esa atmósfera casi de una biblioteca.

“Cargar esa responsabilidad del legado de tantos años no es fácil, pero son las mismas personas que forman parte de la compañía que día a día nos ayudan a cargar con ello y continuar”, reconoce el directivo de Victorinox.

El proceso

Desde los diseños que se estampan a partir de una banda de acero que mide casi 3 mm de espesor y usando 40 toneladas de presión, pasando por el proceso de redondeo de los bordes y el aplanado de las hojas para recibir los sellos de certificado de autenticidad antes de colocarse en hornos a 1050º para lograr la dureza final que las hace tan resistentes y eficientes, y finalmente ser ensambladas pieza a pieza. Cada paso del proceso está pensado en la funcionalidad de la herramienta y en la calidad y cuidado con el máximo detalle, incluso el reciclaje de los sobrantes.

Y eso es precisamente lo que lo hace todo un arte, por su puesto que actualmente no todas la navajas y productos de la firma son armados 100% a mano, sería prácticamente imposible considerando la alta demanda que tienen en todo el mundo, pero Victorinox ha logrado mezclar a la perfección el pasado con el presente y el futuro, pues parte de su producción se realiza de manera tradicional, a mano con personal humano, y otra más se encuentra industrializada con máquinas de última generación que en conjunto hacen posible que la firma produzca hasta más de 3 mil navajas suizas al día.

Si eso no es prueba suficiente de que Victorinox ha conquistado el mundo como el máximo referente de las navajas y en gran medida de todo un país (junto con los relojes claro está), tal vez deberíamos echar un vistazo al pasado para entender que el verdadero secreto del éxito de la firma suiza es el hecho de que siempre han buscado y logrado cubrir las necesidades de la sociedad que los rodea.

El pasado de Victorinox

Lo que inició con los soldados y el ejército suizo, continúo con más ejércitos del mundo durante la Segunda Guerra Mundial, pasando a astronautas –dato curioso todos los astronautas de la NASA saben que no deben ir al espacio sin una navaja Victorinox– y actualmente son también un producto tan versátil como el ser humano en general, ya sea como el compañero perfecto para los aventureros, amantes de la naturaleza, deportistas, buzos y por su puesto, del lujo diario, pues la firma te permite diseñar tu propia navaja según lo necesites.

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Foto: Victorinox

Y ese es el secreto, que aunque el señor Carl Elsener IV no me lo mencionó, su forma de expresarse con orgullo y pasión del sueño que inició con su tatarabuelo deja ver que todo se resume en crear productos innovadores, funcionales, duraderos y de alta calidad que vayan evolucionando con las necesidades del mundo, lo que se traduce en la construcción de todo un símbolo suizo.

“La historia de éxito de Victorinox, que abarca más de 135 años, representa un importante incentivo para continuar y seguir desarrollando el trabajo de la vida de mis antepasados con la misma pasión”, concluye el presidente de la empresa.