Hace unos años entrevisté a Rafael Nadal por teléfono. Recién lo habían nombrado embajador de Tommy Hilfiger. Hablamos de tenis, claro, pero también de moda, un tema del que accedió platicar pero que claramente, no es su favorito. Su pasión son los deportes y de eso puede hablar sin parar. Aprovechando su buen humor, me atreví a contarle una anécdota al final de la plática: alguna vez me había tomado una fotografía con él en el Miami Open y, por error de mi inexperimentada fotógrafa –mi mamá– la foto nunca apareció en mi cámara. No la tomó. Rafa se rió y me prometió que algún día, cuando volviera a México, nos tomaríamos una que sí saliera.
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La oportunidad parecía haber llegado en Acapulco. Tan sólo un día antes de su esperada participación en el Abierto Mexicano, que finalmente se frustraría pues el tenista no se ha recuperado por completo de la lesión que le aqueja desde hace varias semanas, me encontraría cara a cara con Rafa.
Fuera de la tranquilidad que reinaba esa mañana en el Fairmont Heritage Place del puerto, sólo el murmullo de algunas personas era perceptible. Pronto los susurros de tres se convirtieron en los de cuatro, diez, veinte personas que se reunieron a la orilla de la alberca frente a lo que parecía un pequeño set recién armado. Sabían bien quién se sentaría en esa silla y la expectativa crecía. Un par de niños llegaron con pelotas gigantes de tenis, un objeto de culto en los torneos alrededor del mundo. Una señal: un grande estaba por llegar.
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Entra Rafa Nadal a escena. No exagero al decir que cada vez que se aparece en el Abierto, es el mayor atractivo por mucho. Sin demeritar a los impresionantes Ferrer, Nishikori y Del Potro –que finalmente se coronó el pasado sábado– es al español a quien la gente quiere ver. Siempre que se ha parado en tierras mexicanas, el público fanático del tenis –y algunos que se suman sin saber demasiado– ha apostado por Nadal como garantía de un espectáculo brillante. Y él ha apostado de regreso: abrirá el próximo noviembre en Costa Mujeres, Cancún, el Rafa Nadal Tennis Centre como complemento a la exitosa academia que ya tiene en su natal Mallorca.
Animado por contarnos de su nuevo proyecto, con una sonrisa y entre los aplausos de propios y extraños que lo esperaban atentos, el jugador, en un polo Nike azul marino y bermudas –mientras más largas, más “Rafa”– platicó con Robb Report México.
Lo primero en la agenda era, inevitablemente, preguntarle cómo se sentía en su regreso. El pasado enero, el tenista de 31 años tuvo que retirarse de los cuartos de final del Australian Open tras una lesión. A tan sólo horas de enterarse que no podría jugar el torneo, lo vimos seguro de sí mismo. “Feliz”, dijo enfático.
“El cariño de la gente siempre ha sido total. Cada vez que estoy aquí me he sentido como un mexicano más y hoy lo sigo percibiendo”.
Y el cariño del que habla es mutuo, pues Rafa visita México cada que tiene la oportunidad. “Cada año paso una serie de días en Cozumel. Me encanta bucear ahí, es una de las cosas que me relajan y me apasionan. La genta aquí siempre es muy agradable, muy cercana, muy dulce. La verdad es que cuando pasas tiempo aquí aprecias todo el afecto que la gente te transmite”, platica.
Es precisamente en Cancún, concretamente en Costa Mujeres, donde Rafa comenzará su nuevo gran proyecto: Rafa Nadal Tennis Centre. A diferencia de su academia en Manacor, una escuela de alto rendimiento para tenistas que aspiran a convertirse en profesionales, aquí la atmósfera es más relajada: habrán programas de tenis cortos, como campamentos de verano para lo más jóvenes, tennis breaks de fin de semana para los adultos y planes premium de desarrollo individual, además de que las canchas estarán disponibles para el tenista ocasional que sólo quiere divertirse con amigos. Abrirá sus puertas en noviembre de este año y formará parte de las instalaciones de los hoteles TRS Coral Hotel y Grand Palladium Costa Mujeres Resort & Spa que la cadena Palladium Hotel Group, con la que el tenista tiene excelente relación, planea abrir en el destino.
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“Lo que veremos ahí es un centro de ocho pistas de tenis, un gimnasio, todos los servicios de un club. Está diseñado de forma similar a la Rafa Nadal Academy pero en pequeño. Nuestro objetivo es dar servicio no sólo a los habitantes de la zona, también a quienes visitan el resort”, relata ilusionado.
“En México siempre me he sentido querido y me siento cercano a la gente de aquí, por eso he elegido este destino como el primero”.
Y es que tiene planeado abrir al menos cinco de estos centros alrededor del mundo. ¿Podemos esperar verlo ahí de vez en cuando? La respuesta es sí.
Fuera de las canchas Rafa es el mismo, si acaso más suave en su expresión, pero serio, pensativo. Apasionado de los deportes, fanático del Real Madrid y también de cocinar –la pasta con camarones es su especialidad–, se relaja al revelarnos cuál sería su día perfecto: “Me gustaría pasar la mitad con mi familia, la otra con los amigos, jugar al golf, al futbol, me apasiona el mar. Viviría en el mar si pudiera”, confiesa. “Tengo la suerte de ser de una isla. Intento cada vez que puedo escapar al mar”, y sonríe inevitablemente.
Una vez más, aprovecho su buen humor para hacerle valer la promesa que me hizo por teléfono, y aunque sospecho que no tiene idea de lo que le hablo, cumple sin problema alguno.
Nota escrita por Ana Davila Cook, Editora Adjunta de Robb Report México.