¿Qué piensas que las grandes familias y nombres de la alta costura hacen en sus tiempos libres, cuando no están creando impresionantes colecciones o organizando desfiles por todo el mundo? Pues en el caso de la familia Gucci la respuesta es aumentar su pasión en la navegación, por su puesto, con algo a la altura: la restauración del velero de madera más antiguo del mundo.
Más allá de la moda, Maurizio Gucci y sus hijas, Allegra y Alessandra, se han convertido en ávidos navegantes por lo que su colección de embarcaciones es una de sus posesiones más preciadas, contando con grandes recuerdos en altamar y especialmente a bordo del Creole, el velero de casi un siglo de antigüedad que decidieron restaurar para poder seguir navegando.
La historia del Creole con la familia Gucci
Nacido en 1927, el barco es obra de Charles E. Nicholson, el arquitecto naval más grande de la época y con casi un siglo de edad podría pensarse que ha pertenecido a varias personas o incluso que debería ya estar en un museo obsoleto o hasta al fondo del mar, pero no es así pues desde 1983 forma parte de la familia Gucci.
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Aunque en ese entonces cuando Maurizio Gucci lo adquirió solo era una destartalada goleta de tres mástiles, el empresario y líder de la casa de moda italiana se propuso el claro objetivo de restaurarlo a su grandeza original para disfrutarlo con sus hijas, incluso Allegra, quien solo tenía dos años cuando la embarcación llegó a la colección familiar, asegura que gran parte de sus primeros recuerdos están en el Creole y al mismo tiempo señala que “Es un icono, hay que mantenerlo así”.
La familia Gucci desde un inicio fue muy consciente de que todos los elementos del barco representan en gran parte la historia de la navegación, viendo destreza y belleza en lo que muchos habrían calificado solo como un casco podrido y viejo. Durante cuatro décadas han sabido conservarlo, disfrutarlo y renovarlo pues lo mejor es que afirman que aún le quedan muchas aguas y millas que recorrer.
Pero ¿qué lo hace tan especial? Bueno además de su antigüedad y el hecho de que ha pasado por varios propietarios, guerras y competencias navieras, el Creole es un yate de vela de madera de 65.3 metros construido en el Reino Unido por Camper & Nicholsons, su interior fue diseñado por Alberto Pinto y está construido con una cubierta de teca, un casco de acero y teca, y una superestructura de teca.
En cifras más técnicas tiene una capacidad suficiente para acomodar a 8 invitados en cuatro cómodos camarotes y una tripulación de 16, también se encuentra dentro del 5% de los mejores por eslora total del mundo. Tiene un tonelaje bruto de 434,0 GT y una manga de 9,39 m, pero además cuanta con dos motores diésel MTU capaces de otorgar una potencia impresionante, su velocidad máxima es de hasta 14 nudos, mientras que la de crucero es de 10 nudos, por lo que se le considera una de los yates de vela más veloces en su tamaño.
La familia Gucci realmente no le ha hecho renovaciones demasiado específicas, más bien se han enfocado en restaurarlo a su gloria manteniendo su barniz, latón, luces y sus imponentes velas, pues consideran un trozo flotante de historia que hay que conservar, incluso Allegra Gucci –quién es actualmente el miembro que más tiempo pasa a bordo de esta embarcación y quien mantiene una estrecha relación con ella que incluye la participación en diferentes regattas– asegura que no se considera una propietaria del Creole sino una guardiana.