Tras la aparición del Lamborghini Huracán en 2014, una ola de variantes ha exhibido innovaciones de la marca como el sistema de aerodinámica activa (ALA) del Performante.
Como reemplazo del cupé original, la más reciente tempestad motorizada de la firma, el Huracán EVO, representa un nuevo estándar: un auto que sabe cuál es el futuro, o al menos tiene una idea muy aproximada.
La habilidad del EVO para predecir las intenciones del conductor viene de su Lamborghini Dinamica Veicolo Integrata (LDVI), tecnología cuyo desarrollo tardó cerca de 30 meses.
Lamborghini Huracán Evo
Comprende un súper procesador que monitorea y ajusta los de por sí afinados sistemas del auto -como el control de todos los neumáticos o su avanzado control de tracción-, con la intención de predecir constantemente las acciones del piloto y prepararse en 20 milisegundos.
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“LDVI utiliza toda la
información que le das al auto -qué tan rápido pisas el acelerador o el
freno, qué tan pronto lo sueltas, la manera en que tocas el volante- para
anticipar y alinear el coche a tus deseos en tan sólo un parpadeo”, dice el
director técnico de Lamborghini, Maurizio Reggiani.
Para distanciarse aún más del primer Huracán, éste presenta mejorías en la estilización del cuerpo y el flujo de aire -incluye nuevas tomas de aire laterales, spoiler trasero ranurado y difusor posterior- que disparan su eficiencia aerodinámica por seis, y aumentan la carga aerodinámica siete veces.
El vehículo, desarrollado para
ser el dos-puertas de manejo diario de la compañía del toro, no tiene la
destreza en pista del Performante, pero no está muy lejos, en buena medida
gracias a que comparte con él su motor V-10 aspirado naturalmente de 5.2
litros con 640 hp.
Mi oportunidad al volante llegó en los 5.3 kilómetros de pista del Circuito Internacional de Baréin. El manejo asistido por el LDVI aunado a los frenos cerámicos de carbono transmiten respuestas inmediatas a los neumáticos adaptados Pirelli P Zero conforme éstos muerden el serpenteante circuito.
En las rectas, el sonido del motor fue del quejido al aullido conforme me aproximé velozmente a los 274 km/h, todavía lejos de los 325 km/h que marcan la velocidad máxima del coche. Como era de esperarse, quedé impresionado… tal como el EVO ya había predicho que sucedería.