Desde su improvisada terraza, (que se han vuelto lo mejor que trajo la pandemia para muchos establecimientos de comida y bebida), un sutil olor a leña nos dice casi todo sobre el nombre de este restaurante: Madereros.
Y digo bien que casi todo porque no nos explica nada sobre su ubicación, que también fue clave al elegir cómo llamarlo, pues está situado muy muy cerca de Avenida Constituyentes, la cual, en la década de los cincuenta, era conocida como “Camino a Madereros”, en referencia a los hombres que lo transitaban transportando madera entre el Estado de México y la capital del país.
Hablamos de un restaurante que tiene madera de convertirse en el impulsor de la naciente escena gastronómica en la San Miguel Chapultepec y en uno de los nuevos favoritos de la Ciudad de México.
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La propuesta ahumada de Madereros
Volviendo a ese cálido aroma, sí, la leña es la estrella en la propuesta gastronómica de Madereros. Sin embargo, no se trata de una parrilla, centrada únicamente en la carne.
Para nada, estamos hablando, más bien, de auténtica cocina de autor que reúne dos décadas de viajes y experiencias del chef Mario Espinoza, formado en el Centro Culinario Ambrosía y discípulo de Enrique Olvera, en su paso por el restaurante Pujol.
Sujeta siempre a cambios, según lo dicte la disponibilidad y frescura de los insumos, la carta que se presenta en este lugar es sorprendentemente variada, para ser tan breve.
Hay por supuesto cortes (picaña a la parrilla con puré de berenjena y vegetales o filete de res con cenizas y gratán de papa con camote), pero también pescado (tostada de salmón y pan tomate con sierra) y platillos vegetarianos (ceviche de portobello con jícama y ensalada de betabel con vinagre de frambuesa).
Está presente el toque mexicano (atún a la parrilla con pipian amarillo) y las combinaciones con la cocina internacional (pappardelle cremoso con tuétano tatemado).
Y no puede faltar el toque dulce con ese toque ahumado para el postre (frutas de temporada a las brasas, pan matcha con helado y guayaba).
Lo mismo pasa en los desayunos, donde chilaquiles, omelettes y huevos benedictinos son llevados a un nuevo nivel y acompañados por platos como el roastbeef de picaña con vegetales y queso quark o las albóndigas con arúgula, queso masdam y mostaza.
Descripción del lugar
Difícil de categorizar, la cocina del chef Espinoza es tan ecléctica como el lugar en que se sirve.
El imaginario que nos despierta ese olor a leña, de una cabaña en medio de un bosque, choca de golpe con la arquitectura de esa vieja casona que alberga al restaurante Madereros.
Y luego, al entrar, cambiamos la fachada señorial de los años 30 por una decoración más moderna, con piezas de arte y propuestas de Ricardo Casas, diseñador industrial.
Dividido en varias “salas”, sin que haya sido precisamente esa la idea, el lugar está conformado por diferentes micro atmósferas que brindan a cada mesa un poco más se privacidad y en estos tiempos, también, sana distancia y seguridad.
De cualquier forma, para quien prefiera estar afuera, Madereros dispone de algunas mesas sobre la acera hasta donde llega ese atractivo olor a leña del que hablamos al comienzo de esta nota y que es la estrella en la propuesta de este lugar, destinado, sin duda alguna, a convertirse en un nuevo hot spot de la Ciudad de México.