Tal vez todavía hay uno que otro despistado que lo desconoce, pero la marca Don Julio no nació por la afinada estrategia de marketing de algún corporativo internacional ni por la ocurrencia de un feroz publicista, pero tampoco por casualidad.
Don Julio es el nombre de cariño con el que la gente se refería a Julio González, un hombre ejemplar que transformó para siempre una de las industrias más mexicanas.
Si algo distinguía a Don Julio es que transmitía amor por el tequila. “Siempre mencionaba que ‘cuando tienes pasión, lo tienes todo’, una frase clave para entender su legado”, nos cuenta en entrevista Cynthia García, Head de Tequila Don Julio.
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“La forma en la que Don Julio González hacía las cosas y esa convicción que tenía para hacer tequila, esa pasión que le imprimía a cada paso es algo que nos mantiene inspirados a todos los que trabajamos en la marca. Él siempre buscaba cómo hacer las cosas de manera diferente, era un pionero en todo.”
Para este humilde agricultor, lo más importante en su tequila era el agave, su materia prima, porque de ahí se desplegaba toda la magia.
“Gracias a su devoción por la tierra, estaba convencido de que tenía los mejores agaves de la región. Incluso, los consideraba parte de su familia y así los cuidaba. Don Julio dominaba que, de su buena calidad y correcta maduración, depende la buena transformación en azúcares y su correcta fermentación”, afirma Karina Sánchez, embajadora global de la marca.
Amante del campo, Don Julio González también tenía otra diferencia en su proceso que lo hacía destacar por encima del resto: la jima. “Nos enseñó a jimar de tal manera que la penca queda muy cercana a la piña para que se puedan extraer o generar notas cítricas durante el proceso. Incluso, hablando de números, estaba dispuesto a obtener menos líquido con la piña ‘muy rasurada’, pero estaba enfocado en la calidad, en las notas únicas que sólo él podía producir”, asegura Karina.
Es así que Don Julio logró desarrollar una marca basada en cuatro pilares: la tierra, el proceso, la gente y la innovación. Además de sus enseñanzas en la tierra, el proceso que estableció se mantiene al día de hoy: la marca, hoy parte de Diageo, utiliza prácticamente la misma técnica que utilizaba su fundador, con aspectos tan básicos como importantes para obtener perfiles únicos en sus propuestas.
Por ejemplo, el cocimiento del agave se realiza en hornos de mampostería, mientras que la destilación se hace en alambiques; la fermentación, por su parte, se hace con una levadura que desarrolló Don Julio González en vida y que Diageo mantiene bajo resguardo.
En el tema de la gente, Don Julio era muy cercano a sus colaboradores. Cuentan que cuando lanzó su primer reposado, en ocasión de sus 45 años en la industria tequilera, invitó a colaboradores, familiares y amigos a ser parte de la celebración. Sirvió de su propia reserva privada y la gente quedó tan fascinada que sólo decía: “tráeme más tequila de Don Julio”.
Fue así que nació una de las marcas más famosas de México e, incluso, en esa misma reunión, Don Julio sirvió su tequila reposado en una botella chaparrita que hoy es el ícono para identificar la marca. Lo hizo así porque no quería que nada se cruzara en las mesas y él pudiera conectar con sus invitados. “En sus celebraciones, Don Julio no se celebraba a él mismo, por el contrario, festejaba a todos los que eran parte de esa historia en la industria, siempre priorizaba a la gente”, menciona Karina.
Finalmente, la innovación es el último gran pilar que dejó como legado Don Julio. ¿El mejor ejemplo? Gracias a él nació el concepto de tequila premium en el mercado. “En un tiempo en el que era la bebida de batalla, el famoso aguardiente, llegó Don Julio González a renovar el proceso, a ponerle tal cuidado en la forma de producirlo que, incluso, sacrificó cantidad para darle prioridad a la calidad”, dice Karina. “Cuando nació Don Julio Reposado, en ese gran evento por el 45 aniversario de su carrera, nuestro fundador puso a jugar al tequila en la cancha de los destilados premium, algo que era impensable. Fue, quizá, la mayor aportación de Don Julio a la industria tequilera”.
El legado se mantiene
En 2006, Don Julio González plantó sus últimos agaves en los campo de agave de Atotonilco el Alto, en Jalisco. Luego de tres años de crianza con la máxima calidad en mente, seleccionó a mano las piñas más dulces y deliciosas con el objetivo de obtener un líquido en la cima de su madurez. Se destiló, añejó y separó en un tanque especial para preservarlo con el fin de generar un producto único, a la altura del último legado de una leyenda tequilera.
Hoy, en conmemoración de los 80 años de la carrera de Don Julio González, este líquido cobra vida para transformarse en el nuevo integrante de la marca: Don Julio Última Reserva.
Este tequila extra añejo ha sido creado con los más altos estándares de la industria, con la dedicación artesanal y pasión que distinguen a la marca, y que lo posicionan como la joya de la corona de su portafolio. Esta edición de producción limitada refleja la visión pionera del fundador de Don Julio y su devoción por el arte de elaborar tequila, desde luego, con el toque de innovación en el que siempre tenía puesta la mirada hacia el futuro.
Como pionero en la industria, Don Julio empezó a añejar sus tequilas por arriba de los estándares de la época y en Don Julio Última Reserva este legado queda manifiesto. “Generalmente, los añejos pasan entre 12 y 35 meses en barrica y una vez que superan los 36 meses entran al grupo de extra añejos. Para Don Julio Última Reserva, utilizamos un método llamado ‘Solera’ en el que combinamos uno de nuestros tequilas añejos de 33 meses con la última reserva que dejó Don Julio González. Hicimos un blending y regresó a continuar su añejamiento: primero reposó en barricas de roble francés, previamente utilizadas para añejar bourbon, y luego en barricas de vino de Madeira, de tal forma que este ejemplar tiene un proceso de añejamiento que va de 36 a 40 meses”, comparte Karina.
Don Julio Última Reserva es un tequila que maneja muy bien el balance del agave cocido, una nota muy característica de Don Julio, con las notas que aporta la madera, como la vainilla, los frutos tostados, el caramelo y el albaricoque, antes de terminar con un ligero toque cítrico de naranja característico de esta edición. Se trata de una propuesta muy bien balanceada, muy suave, no astringente… es un tequila que respira mucho lujo. “Además del sabor del producto, a mí lo que más me emociona de Don Julio Última Reserva es que atrás de este tequila hay un creador, un fundador, una persona. No es que haya sido cosechado en campos y campos de agaves, con un proceso muy industrializado; por el contrario, lo que distingue a este producto es la parte artesanal. Es poseer una pequeña parte del legado de Don Julio González,una pequeña probadita de su universo único, es algo que no se va a repetir. Es como ser parte de esta gran historia, es tener la pasión en vivo, en un líquido, en una producción limitada”, asegura Cynthia.
Don Julio Última Reserva, una botella para celebrar
Don Julio Última Reserva sigue la tradición de la marca de crear un producto especial en cada aniversario importante. Don Julio Reposado se creó en 1987 para celebrar los 45 años del fundador en la industria; en 1992, nació Don Julio Añejo para los 50 años; 10
años después, fue lanzado Don Julio 1942, en ocasión del 60 aniversario: y en 2012, la marca presentó Don Julio 70, con el mismo propósito de celebración.
“El cliente perfecto de Don Julio Última Reserva es aquel que esté dispuesto a vivir una experiencia memorable. Está pensado para esa persona que disfruta de un buen tequila y busca celebrar. Más allá de definir el perfil del consumidor por números o etiquetas, este ejemplar es para quien desea vivir un momento memorable, uno de celebración”, explica la líder de la marca a nivel mundial.
Es así que Don Julio Última Reserva representa una gran opción de regalo para aquellos que disfrutan de lo excepcional, que aprecian el significado de cada momento y que están en la búsqueda constante de experiencias memorables.
“Es también un obsequio perfecto para los coleccionistas y los amantes del tequila. Es una producción que no se pueden perder. Queremos crear un momento a partir del regalo, ése es el principal objetivo de este homenaje a la celebración de los 80 años de la marca”, dice Cynthia. No menor es el tema de la botella que hace referencia a la penca del agave y en cuya base se muestra la forma en la que son cortadas las piñas.
En cuanto a la mejor manera de disfrutarlo, Karina lo tiene claro: “Definitivamente, diría que en un momento especial, el que para ti sea especial. A mí me encanta en las rocas para disfrutarlo un poquito diferente y, en el tema de maridaje, lo haría con alguna trufa o chocolate amargo”.
La cúspide del perfeccionamiento del tequila es este ejemplar. El legado de Don Julio González permanece intacto con un producto del que estaría muy orgulloso. Y es que su última cosecha, su espíritu innovador e, incluso, el futuro del tequila, están reunidos en Don Julio Última Reserva.