Historia, tradición, complejidad y, por supuesto, una calidad fascinante que se entrega de manera indiscutible. Esta es, en esencia, la combinación que se encuentra en Brugal 1888, ron producido en la República Dominicana excepcional por definición.
Esta cualidad se aprecia incluso a simple vista, con el detalle de la red que envuelve cada botella, y que tiene su origen en los viajes que los antiguos maestros roneros de la casa realizaron a la India, donde descubrieron que ese material se utilizaba para denotar la calidad gourmet en ciertos productos.
Pero mucho más allá de lo que la vista percibe, lo esencial —y lo mejor— de este tesoro dominicano se encuentra en su interior: un destilado que entrega, más que sólo una bebida, toda una experiencia. Y una que, además, evoluciona según la temperatura a la que se consuma; así, si este Brugal 1888 se cata en frío, podemos apreciar notas a toffee, duraznos o cítricos, mientras que si el calor aumenta, en nariz y boca hacen su aparición café, vainilla o pasas.
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Esta inusual característica se debe al proceso de doble envejecimiento al que este ron es sometido: en barricas ex bourbon, primero, y de jerez, luego; este exclusivo proceso permite a la firma ofrecer un líquido mucho más diverso. Los aromas y sabores que pueden detectarse si se prueba a baja temperatura se deben a las barricas de la primera parte del añejamiento, mientras que la segunda mitad del proceso deriva en las notas apreciadas con el ron más caliente.
Además de lo anterior, el espíritu diverso de 1888 se aprecia también en que ofrece la posibilidad de disfrutarse en cócteles, en las rocas o neat, con un resultado siempre delicioso. Y para redondear una propuesta perfecta, este ron es capaz de ser acompañante ideal con platos de naturaleza distinta; pudimos comprobarlo en una cena en la cual se sirvieron platos tan variados como chipirones rellenos de jamón serrano, tostada de jaiba, costillas de cerdo glaseadas y hasta helado de almendras. En cada caso, el maridaje arrojó notas elevadísimas y dejó constancia de que la calidad tiene siempre más de una cara.