Un restaurante llamado Marcello, ubicado en el corazón de la pintoresca colonia Roma, y con una decoración inspirada en la película “La Dolce Vita” del gran Federico Fellini, ¿qué podría haber más italiano que esto en la Ciudad de México?
Sí, a la altura del número 110 de avenida Álvaro Obregón, una vistosa marquesina que nos recuerda a los cines de antaño corona la entrada de este lugar que no sólo ofrece una muy buena muestra de la cocina italiana, más allá de pizzas y pastas, sino que propone un viaje a la elegante y sexy época de los sesenta que representó un punto de inflexión cultural y generacionalmente hablando en la historia del país europeo.
Un cambio que fue muy bien captado por la lente del maestro Fellini en su película la Dolce Vita, que ha servido de inspiración para la estética del restaurante, cuyo nombre, de hecho, coincide (y no por suerte) con el del protagonista de dicho film, el actor Marcello Mastroinani.
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En los muros se pueden encontrar afiches de grandes producciones cinematográficas italianas, así como cámaras vintage en algunas vitrinas y fotografías alusivas al glamour y fantasía del cine, todo combinado con el estilo Art Noveau al que la tradicional colonia Roma nos tiene acostumbrados.
Pero si estás pensando que esta atmósfera clásica de destellos dorados y terciopelo rojo es demasiado clásica, casi aburrida y más apropiada para quienes disfrutaron en persona del estreno de esta película, estás muy equivocado.
Se puede ver en sus mesas a buena cantidad de jóvenes disfrutando de una cita, una reunión con amigos o incluso una comida en familia amenizada por negronis, aperol spritz y música italiana.
El ambiente es tranquilo y desenfadado, sin mayores pretensiones que disfrutar de la comida que es la protagonista de esta película llamada Marcello.
La propuesta gastronómica de Marcello
La verdadera estrella de Marcello es, sin duda, su cocina que propone platos cuidadosamente seleccionados con los ingredientes y sabores propios de cada temporada, basados en las recetas tradicionales de la nona, pero con un toque más contemporáneo y presentaciones vanguardistas que los vuelven más antojables e instagrameables, por supuesto.
Desde la clásica pasta fresca hasta las exquisitas pizzas al horno de leña, cada bocado es un viaje sensorial que deleita los sentidos y deja una impresión duradera en el paladar.
Durante nuestra visita disfrutamos de la burrata y el risoto frito como entrada pero también nos recomendaron la berenjena parmigiana y el pulpo verde.
Si quieres algo todavía menos elaborado, ponderando el ingrediente está la tavola de quesos o el carpaccio de bresaola o la tartara de res.
Para los fuertes, Marcello propone desde un pescado al mojo verde hasta filete de res al grill, pollo picatta o cotolleta a la parmigiana y mi favorito: bistecca a la florentina.
En el terreno de las pastas, probamos la pasta alla vodka y el cappelletti al vino blanco, pero también están el spaghetti rosso, la carbonara y el spaghetti di mare con camarón y almeja o bien un risotto de hongos o gnocchi cacio e pepe con salsa de gorgonzola y pimienta.
La variedad va en línea con el pensamiento de dar a conocer más que el jitomate y la albahaca como ingredientes de la cocina italiana, pero sin dejar de lado lo más popular de esta gastronomía que se ha vuelto universal.
Prueba de ello, las pizzas, que no podían faltar: desde la margarita marcello, la más pedida según nos dijeron, hasta la diavola, que fue la que pedimos.
Los postres no podían ser menos italianos y se contempla desde el tiramisú hasta la panna cotta o el gelato de pistache y otros sabores hechos al momento.
En resumen, Marcello es mucho más que un restaurante; es un destino que celebra la esencia misma de la vida italiana. Ya sea que estés buscando una cena romántica, una reunión familiar o simplemente un momento de escapada para disfrutar de la buena comida y la buena compañía, Marcello te espera con los brazos abiertos y una mesa lista para sorprenderte con lo mejor de la gastronomía del país de la bota.