Dentro del bullicio, el silencio. Hay mucho más que decir acerca del lugar —y hacia allá vamos—, pero ésa es una buena forma de comenzar a explicar lo que sucede en Shhh (Ámsterdam 62, Hipódromo), un listening bar creado para quienes aprecian el momento de escuchar música por el mero placer de escucharla, con muy altos estándares técnicos y en un ambiente que les permita apreciar tanto la calidad del equipo de sonido como la melodía misma… y a quienes no les disguste disfrutar al mismo tiempo de un coctel.
Y los que aquí se sirven son bastante impresionantes. Es a grandes rasgos lo mismo que ocurre en cualquier listening bar, un concepto que, si bien conocía de… pues, oídas —juego de palabras fortuito—, no había experimentado antes.
¿Por qué este es el listening bar a visitar?
¿Por qué digo que Shhh es el silencio dentro del bullicio? Porque este listening bar es una suerte de cápsula donde si bien la falta de sonido no es total —imposible, visto que la música es la clave y la razón de ser del lugar—, el ruido está desterrado, y porque se encuentra en una de las zonas más bulliciosas de la Ciudad, la Condesa.
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El nombre Shhh no es casualidad: se ruega a la distinguida concurrencia —y a la no tan distinguida también— que el volumen de la conversación se mantenga tan bajo como sea posible (durante mi visita hubo al menos un par de mesas donde los asistentes guardaron silencio total) para permitir que los demás escuchen la música sin mayores alteraciones. Admito que para mí fue un reto especial modular el tono de mi voz en el ambiente de un bar, pero no es nada descabellado y la experiencia lo vale.
Como se podrá suponer, este lugar fue creado por amantes de la música y es una extensión de un local ya más conocido, Ninety Nine Records, una tienda de vinilos abierta en 2022.
La idea de los fundadores era crear “un espacio que honre la experiencia de escucha musical” y nació así este listening bar dividido en tres áreas: el listening room, donde se vive la parte esencial del concepto; un salón de discos, libros de música, sistemas de audio y mercancía; y una barra social, más apegada a un bar tradicional donde el volumen de la charla no está limitado.
La música, queda claro, es el núcleo de este concepto que cuenta con un catálogo de más de 9,000 vinilos y un grupo de expertos cuya curaduría consiste cada noche en seis álbumes completos que los asistentes pueden apreciar como obras completas, para conocer nuevas propuestas y la visión de los artistas presentados.
Todo ello aprovechando la precisión técnica de equipo de primera línea, que incluye dispositivos como una tornamesa Roksan Xerxes 20 Plus, un fonocaptor Clearaudio Virtuoso Wood y un preamplificador de phono Manley Chinook.
La coctelería
Hablé antes de la calidad de los tragos del lugar. No exagero al decir que es sobresaliente y un complemento estupendo para la visita a Shhh. La carta incluye un puñado de creaciones de autor que resultan sorprendentes en la mejor acepción del término, con nombres tan seductores como Ha Ha I’m Drowning y Hit It And Quit It, por citar sólo un par; además de clásicos como el Gimlet y un más que correcto Old Fashioned.
Eso sin dejar del lado el no irrelevante hecho de que los cocteles aquí se sirven bien; como dice el clásico, “cada quién sus cubas” (ya que de tragos hablamos) y está muy bien si alguien prefiere un mocktail para que el alcohol no interfiera con su bebida, pero los tragos aquí se sirven con dosis generosas del líquido correspondiente y garantizando que lo que te preparan funcione como un conjunto bien logrado y con el toque potente que cada destilado le añade a la bebida.
Como argumento final acerca de la calidad de las bebidas de Shhh, baste decir que hace poco estuve en Locale, un bar en Florencia que fue incluido en una de las célebres listas de “mejores bares del mundo” del año pasado, y la carta de este listening bar de la Condesa no tiene nada qué pedirle a lo que conocí en el bar italiano.
Shhh reúne lo necesario para complacer por igual a los amantes de la música reproducida con alta fidelidad, a los ávidos por ampliar sus conocimientos en ese ámbito, a quienes aprecien los buenos cocteles y, en general, a quien valore las experiencias que salen de lo habitual. Por más que haya un dejo clásico en el ambiente, lo que aquí ocurre es fuera de serie.