En los registros de una de las firmas de joyas más importantes del mundo, Van Cleef & Arpels, se ha quedado guardado para la posteridad que unos mocos meses antes de la boda, el príncipe Rainiero y su prometida, Grace Kelly, acudieron a la boutique de Nueva York.
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Allí, los recibió Louis Arpels y juntos eligieron un sublime collar y una pulsera de perlas, con los aretes y el anillo a juego. Todas ellas piezas creadas entre 1953 y 1956.
Tres meses después, la Maison fue nombrada “Proveedora Oficial del Principado de Mónaco” y dicho conjunto se convertiría en uno de los preferidos de la princesa ya que lo lució en muchas ocasiones tanto privadas como oficiales. Desde ese momento, inició la historia de amor entre Van Cleef y Arpels y Grace Kelly.
Durante su vida, la princesa de Mónaco adquirió diversas joyas de la firma. Una de nuestras preferidas en RRMX es un broche de flores hecho con diamantes y zafiros.
Al mismo tiempo, la princesa fue de las primeras en enamorarse de los collares largos de Alhambra de malaquita, concha de tortuga y coral en los años 70. Hoy, éstos son piezas insignia de la Maison.
Además, Grace Kelly fue también una gran coleccionista de los divertidos clips de animales. En especial del famoso clip de Lion Ebouriffé.
Pero no sólo ella fue una amante de la firma, su hija, Carolina de Mónaco lució durante el baile de su boda con Philippe Jugnot una diadema en platino con diamantes redondos, marquesa y en forma de pera, con un peso de 77.34 quilates.