Si bien Seiko está cumpliendo apenas un siglo de existencia, su historia se remonta a varios años atrás cuando un joven Kintaro Hattori abrió una tienda de venta y reparación de relojes en el centro de Tokio, su regla de oro era ‘cumplir todas las promesas, sin importar lo difíciles que fueran’.
En el Japón del siglo XIX, la mayoría de los relojes de pared y de bolsillo se importaban del extranjero, pero Kintaro soñaba con fabricar él mismo relojes de alta calidad, fundando para 1881 la fábrica ‘Seikosha’.
Desde este año en adelante, Kintaro revolucionó la relojería japonesa, creando su primer reloj de bolsillo en 1895 bajo el nombre ‘Timekeeper’, una pieza que marcó un después siendo un paso vital en el futuro de Seiko.
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Al Timekeeper le siguió el Laurel, el primer reloj de pulsera fabricado en Japón que debutó en 1913, un hito que en los primeros días producía de entre 30 a 50 relojes al día.
El éxito continúo, sin embargo, la tragedia lo alcanzó 10 años después cuando el gran terremoto de Kanto provocó destrozos en todo Tokio, con lo que la tienda de relojes y la fábrica quedaron hechos trizas.
El fin de Seikosha y el comienzo de la nueva era de Seiko
Kintaro no se desanimó, en cambio, renovó su compromiso con el mundo de la relojería, ofreciendo a cada cliente que había perdido un reloj un reemplazo sin costo alguno, un sincero espíritu de generosidad que le abrió las puertas a comprar, en 1924, el edificio que hoy es la Casa Seiko en Ginza.
Ese mismo año, 1924, el empresario lanzó un nuevo reloj de pulsera, pero inspirado luego de sobrevivir al terremoto decidió presentarlo bajo el nombre Seiko, que significa precisión y fabricación exquisita, siendo esta la primera pieza que llevaba el nombre de la renovada marca.
Hoy Seiko celebra su centenario como una firma de excelencia relojera, innovación tecnológica y diseño atemporal, con los mismos estándares que revolucionaron la industria desde que Kintaro decidió transformar la relojería japonesa.
Desde entonces Seiko no ha dejado de innovar, desde crear el ‘Diashock’, un dispositivo que absorbe los impactos, en 1956, hasta lanzar en 1960 el Grand Seiko, su pieza emblemática que representa la cumbre de la excelencia de la firma, ofreciendo una mecánica, precisión, legibilidad y durabilidad mejor que la de cualquier reloj.
No podemos ignorar el primer reloj de buceo japonés lanzado en 1965, un reloj resistente al agua hasta una profundidad de 150 metros diseñado para usarse en la octava expedición de investigación Antártica Japonesa.
Y otro de sus grandes hitos, el Seiko Quartz Astron, el primer reloj de cuarzo del mundo presentado en 1969, cuyo rendimiento era inmejorable, con una precisión de 5 segundos al mes, 100 veces más precisa que cualquier otro reloj, y capaz de funcionar de forma continúa durante un año. Este fue el inicio de la revolución del cuarzo.
Le siguieron el primer reloj de cuarzo LCD de seis dígitos del mundo en 1973, el primer reloj digital multifuncional dos años después, también el primer reloj de la historia con televisión, sintonización y auriculares en 1982 y el primero con grabación de voz un año más tarde, todos hitos de Seiko.
Y así podríamos continuar con los lanzamientos de Seiko, piezas que revolucionaron la industria transformando el modo en el que se percibía el estilo y el tiempo.
Llegar a 100 años no solo celebra la longevidad de la marca, también su capacidad de evolucionar y adaptarse a las tendencias, manteniendo su relevancia en un mundo que está cambiando con demasiada rapidez.