Por: Marcelino Pacheco
La industria de la moda, el lujo y la indumentaria está en crecimiento en Latinoamérica con diseñadores que conforman un atractivo portafolio para hacer negocios
El mar es la inspiración de Sara Beltrán y a través de sus códigos esta firma – Dezso – busca que se revalorice la manufactura artesanal.
Su historia comienza hace siete años con una serie de pulseras tejidas a mano en México con aplicaciones de plata que son trabajadas por orfebres en India. Posteriormente, la firma evolucionó hasta convertirse en una propuesta de joyería fina con diseños que llegan hasta los 100 mil dólares.
“Todo lo que hago me gusta que esté hecho a mano, que sea sustentable y que en las piezas intervengan comunidades de artesanos. Quiero que la gente sienta que las joyas están hechas especialmente para ellos”, detalla Sara Beltrán.
La empresa se fundó con inversión propia y a la fecha cuenta con distribución en Norteamérica, Europa y Asia, de esta última región Japón es su mercado más grande. Aunque la fuente de recursos es propia, Sara no descarta la adición de inversionistas, siempre y cuando se adapten a su visión y objetivos.
“Me encantaría encontrar una persona que quisiera globalizar la marca sin que se pierda la esencia y que no comprometa nuestros valores para tener un rápido retorno de inversión”, expresa.
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Y es que para esta emprendedora, mantener la autenticidad de su propuesta es vital, pues a través de ella conserva tradiciones ancestrales. Entre los proyectos de la también miembro del Consejo de Diseñadores de América, CFDA, está la transformación de su marca en un estilo de vida y planea hacerlo a través de un atelier en París, donde sus clientes podrán experimentar un ambiente único que refleje fielmente el más puro estilo Dezso.