Cuando empezó a presentar una actualización sobre el estado del reloj a su cliente, Dominique Bernaz, jefe del programa de relojes a la medida Ateliers Cabinotiers de Vacheron Constantin, se empezó a dar cuenta de que sus relojeros habían estado manteniendo algunos secretos, incluso con él.
El cliente (que prefiere permanecer en el anonimato) había encargado a Vacheron Constantin la misión de construir el reloj más complicado del siglo xxi a un costo rumoreado de 8 millones de dólares. Al aceptar la comisión, la firma comenzó a trabajar en el proyecto de ocho años, que inicialmente contaba con 36 complicaciones. “Después de un poco de confusión, tuve que decirle al cliente que no tenía la menor idea sobre varias de las complicaciones que estaba viendo [en la presentación]”, confiesa Bernaz. “Al final, terminamos con 57.”
Con un diámetro de 98 mm, el reloj llamado Reference 57260, que extraoficialmente tenía el nombre clave de “Tivoli”, es sorprendente no sólo por su número de complicaciones, sino también por el hecho de que todo el diseño, montaje y acabado está conformado por un equipo de sólo tres personas. “Tuvimos mucha suerte de que éste fuera el equipo que creó Tour d’Ile”, comenta Bernaz, refiriéndose al complicado reloj de pulsera producido en 2005 que conmemo ró el 250 aniversario de la marca, a cargo del líder del equipo Jean-Luc Perrin y los hermanos Micke y Yan- nick Pintus. “Todos ellos se mudaron con sus familias de Vallée de Joux a Ginebra para este proyecto.”
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A pesar de la comple- jidad del nuevo reloj, la construcción de su movimiento es relativamente convencional, con una placa principal que soporta el escape del tourbillon de triple eje, funciones sonnerie y cuatro placas adicionales: dos para las funciones de calendario, una para las funciones astronómicas y uno para el cronógrafo. Sin embargo, el genio de esta pieza radica en la forma imaginativa en la que las funciones están concebidas.
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Texto de James D. Malcolmson