Todos nos hemos cuestionado alguna vez qué hay más allá de la muerte. Una inquietante pregunta a la que hoy pudiéramos contestar, muy al estilo RRMX, con una sola palabra: diamantes.
Sí, difícil imaginar que un cadáver pueda adquirir el brillo y la solidez de una de estas preciosas piedras, pero, por más que suene a ficción, es toda una realidad.
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El proceso se llama diamantización y consiste, grosso modo, en convertir las cenizas humanas en diamantes.
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Una técnica que surgió en Suiza y que se ha ido expandiendo a otros países de Europa y Asia, como un nuevo rito funerario.
En México, hace casi un año, la escena cultural del país se escandalizó cuando la artista neoyorquina Jill Magid convirtió las cenizas del gran arquitecto Luis Barragán en un reluciente diamante.
Sin embargo, pese a ser el más sonado, ese no ha sido el único caso que se ha suscitado. Hasta hace unos años se llegaron a registrar hasta una veintena de mexicanos que solicitaron este servicio, mismo que fue llevado a cabo en el viejo continente, a través de empresas y funerarias locales.
Algordanza es una empresa de España que realiza este proceso de diamantización.
Los diamantes obtenidos de esta manera tienen prácticamente las mismas características que los surgidos de forma natural, aunque con un ahorro de tiempo de cientos o miles de años.
Su valor dependerá del quilataje y el tamaño de la piedra que se obtenga. Y su corte, de la decisión de amigos y familiares.
Se estima que de un cuerpo humano incinerado pueden resultar alrededor de 3 kilogramos de cenizas, mientras que para un diamante se requieren, solamente, alrededor de 500 gramos.
La diamantización tiene un costo de entre 5 mil y 17 mil dólares, nuevamente, según el quilataje y tamaño de la piedra que se desee.
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Algordanza es una empresa, radicada en Barcelona, España, que ofrece esta opción. Y transforma las cenizas de un ser querido en diamantes auténticos, creados sin manipulaciones de color ni otros añadidos en su laboratorio en Suiza.
El proceso lo realiza tanto con cabello como con cenizas. La cantidad necesaria para la creación de la piedra varía según la esencia disponible en función de la persona de origen.
Algunas personas pensarán que todo esto es un lujo innecesario, sobre todo, frente al dolor que la pérdida de un ser querido representa, pero para otros puede ser una opción de perpetuar la memoria de una persona en la bella y fina figura de una joya como éstas.