Perrelet ha destacado en el mundo de la Alta Relojería como creador del reloj automático. Gracias a la audacia y los valores que la caracterizan, con un espíritu pionero, vanguardista y una maestría en la elaboración de guardatiempos, la firma conserva, desde 1729, el rigor técnico y la precisión extrema que perpetua la herencia relojera de su fundador Abraham-Louis Perrelet.
En 1995, la marca hizo historia al producir el primer calibre automático de doble rotor, un sistema que une la masa que da cuerda de manera mecánica a un aspa situada en la esfera, mismo que colocó en en su modelo Dipteros. Más de un una década después, presentó el Turbine, un movimiento inspirado en dicho mecanismo, en el que la masa de su dial se transformaba en una hélice con alta velocidad de rotación, parteaguas en la proyección de algunas piezas.
Entre las complicaciones que un reloj puede tener se encuentran los tourbillones volantes y los calendarios perpetuos, así como modificaciones en sus manecillas o funciones. Para Perrelet, son menores los esfuerzos por crear guardatiempos complicados, pero mayores los que realiza para engendrar piezas visualmente atractivas y creativas. Así, la Maison ha dado vida a modelos contemporáneos como el LAB, un reloj con rotor en el que la masa oscilante se encuentra en el frente de la esfera y ha sido modificada como una periférica que se extiende alrededor del borde de la misma.
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El dial está fabricado por capas. La parte media del interior tiene un borde hundido vis -à- vis, mientras que la masa oscilante de alrededor llega más profundo para unirlo con el bisel octagonal. Las manecillas de horas están facetas y elevadas para resaltar la percepción de profundidad. La caja de acero inoxidable en forma cojín -42mm- le brinda una apariencia balanceada entre curvas y líneas rectas.
En este modelo la manufactura aúna la tradición relojera de su concepto de doble rotor con el savoir faire en el arte de los movimientos complejos.
