Nicolas Baretzki y la belleza de lo clásico

Nicolas Baretzki no se imagina un mundo sin la Alta Relojería ya que para él –un hombre clásico donde los haya– un reloj es uno de esos pocos objetos que puede portar y así mostrar su personalidad de manera elegante. Apasionado de la industria, inició su carrera en Cartier para después de ocho años convertirse en Director de Internacional de Ventas durante 12 años de Jaeger-LeCoultre. Desde 2013 se incorporó a la Maison Montblanc y el próximo uno de abril de 2017 iniciará su aventura como CEO de la firma alemana.

Para Baretzki, la Alta Relojería está relacionada con la innovación y la belleza de un objeto. “Si bien, en el mundo del lujo puedes encontrarte con otros objetos que quizás remplacen los relojes, pensar en un mundo sin Alta Relojería me haría sentir profundamente triste porque soy un gran fanático de éstos”. Pero, sin duda, lo que más le fascina a este francés originario de París, es ir un paso siempre más allá. “cuál será el nuevo diseño, el próximo desarrollo, el nuevo material, la nueva funcionalidad… todo eso me parece fascinante. Hay a quien le gustan los choches u otros objetos de lujo, pero para mi son los relojes”, señala el directivo.

Durante su visita a México para participar en el décimo aniversario del SIAR 2016, y aún fungiendo como Vicepresidente Ejecutivo de Ventas, Baretzki señaló el placer que le producía visitar el país ya que el mercado es muy sofisticado y los clientes son grandes conocedores y tienen muchas ganas de ver diferentes innovaciones y cosas distintas a las habituales que ofrecen las grandes firmas. Pero, sobre todo, destacó el placer de que la crisis no fuera una constante en las conversaciones cotidianas. “Es un gusto que en lugar de crisis se hable de crecimiento, de proyectos, de lo emocionante que está el mercado mexicano”. Por mucho, México es el mercado más importante en toda Latinoamérica para la Maison Montblanc y prueba de ello es la larga historia de inversión que la compañía tiene aquí y que se refleja en las 16 boutiques que existen por todo el país, junto con una pequeña colección muy especial de cinco relojes que se hizo para la feria; el 4810 ExoTourbillon Slim Limited Edition Mexico.

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Aunque con total y absoluta honestidad nos explica que su reloj preferido es el Montblanc 1858 Chronograph Tachymeter; una pieza fabulosa que se inspira en los legendarios relojes Minerva creados en 1858 y que está limitada a 100 relojes. “Soy muy clásico y no me gusta ser muy extravagante. Amo esta pieza porque cuando la miras es sencilla, pero tiene un gran trabajo detrás. Aprecio la belleza del movimiento que posee y puedo pasar horas viendo sus detalles”.

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Ahora que está a punto de dirigir una compañía que cuenta con más de cien años de historia y posee cuatro puntos de manufactura distintas (una en Alemania para las piezas de escritura, dos en Suiza para los relojes y una en Italia para la piel) se hace inevitable preguntarle a Baretzki cuál fue su primer acercamiento con la Maison. “Lo recuerdo muy bien, debía tener 12 o 13 años y estaba muy feliz porque por Navidad me habían regalado un pluma que llevaba a la escuela y la presumía, pero más que el objeto –que yo sabía que era un producto de lujo- fue el placer que descubrí al escribir con una pluma de Montblanc y aún hoy recuerdo ese sentimiento de felicidad y la impresión que me generó la marca.” Hoy, muchos años después de que aquel niño descubriese el amor por la escritura, el directivo es consciente de la complejidad que existe dentro de Montblanc y el esfuerzo que se realiza día con día para ser pioneros tanto en creatividad como en innovación sin perder un ápice de belleza en sus piezas. Todo un reto que buscará perpetuar durante su dirección.

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