Louis Vuitton lleva más de un siglo de innovación dentro el mundo de la haute couture. Desde 1854 comenzó a crear baúles ligeros y herméticos, fáciles de apilar. Más tarde, incursionó en diferentes campos de la moda para dar vida a accesorios, bolsas, calzados y prendas, que hoy otorgan sentido histórico al reconocido monograma LV.
Sin embargo, su trayectoria en el mundo de la Alta Joyería no es tan larga. La primera vez que lanzó una línea de joyas fue hace menos de una década. Este año, presenta la colección Louis Vuitton Blossom High Jewelry que revela la evolución de su icónico sello floral, creado por Georges Vuitton en 1896 para honrar a su padre.
Los brazaletes, anillos, collares y aretes unifican tradición e invención en un universo de colores vibrantes y piedras preciosas inusuales. Las tonalidades como el azul y el verde predominan con zafiros, ópalos australianos, turmalinas, tsavoritas y granates, mismas que son elegidas cuidadosamente a mano por los expertos en gemas de la firma. Para contrastar con cada una, los diseños incorporan calcedonia, ónix negro y diamantes, un toque sobrio al trazo.
Por otro lado, la flor en las joyas es reimaginada de diferentes formas y esmaltada con un efecto trompe l’oeil que incorpora la característica V de Gaston-Louis Vuitton.
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Una de las piezas favoritas es el brazalete de tsavorita, engastado con brillantes pavé y piedra de luna.
