En 1905 Hans Wilsdorf fundó en Londres una empresa especializada en distribución de relojes. Aunque en ese entonces los relojes de brazalete no eran muy precisos, él tenía un solo sueño: lograr que los guardatiempos se portaran siempre en la muñeca, pues sabía que serían elegantes.
El nombre Rolex surgió debido al deseo de Wilsdorf por inventar un apelativo corto, fácil de pronunciar y de recordar en cualquier idioma que, además, se viera bien en la esfera y movimiento.
Fue hasta 1914 que la relojera logró darle al reloj de pulsera un certificado de alta precisión, sueño de su creador hecho realidad. Desde entonces, Rolex es sinónimo de alta precisión y calidad.
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Un siglo después, el nombre de Rolex es altamente reconocido en la industria de la Alta Relojería. Entre sus diseños más icónicos, se encuentran los Oyster, ejemplo de excelencia relojera.
El Oyster Day-Date heredó los rasgos que han marcado la historia del reloj: rejetas refinadas y caja media, esfera amplia y clara; así como, el exclusivo brazalete “President” que fue creado especialmente para el Day-Date en 1956. Su última versión fue rediseñada para parecerse más a la caja del modelo original. Está disponible en platino y oro blanco, amarillo o rosa, con una variedad de esfera nuevas.
El movimiento automático posee 14 patentes que ofrecen garantías fundamentales en términos de precisión, reserva de marcha, resistencia a golpes, magnetismo, facilidad de uso y confiabilidad. Incorpora el nuevo Chronergy patentado por la firma, que combina gran eficiencia energética con seguridad; además de, aleación paragmatic, nueva arquitectura de barril y reserva de marcha de hasta 70 característica del calibre 3255.
Un modelo clásico que ha trascendido desde los inicios de la marca, el Oyster Day-Date es uno de los relojes más tradicionales y con mejores calibres del mundo de la haute horlogerie. Un ícono de Rolex, es digno de ser reconocido por su excelente desempeño y calidad.