La creatividad es una cualidad que rompe con los valores tradicionales de la relojería clásica. Y, aunque muchos aún conservan las propiedades mecánicas y estilísticas con las que comenzaron siglos atrás, hoy, el mundo de los guardatiempos innova para encajar en un siglo que irradia originalidad y rebeldía.
Así son las piezas de MB&F. Portar en la muñeca una de sus creaciones es, sin duda, como llevar puesta una obra de arte contemporánea, coleccionable, que mide el tiempo con precisión técnica.
Tras presentar el original robot Balthazar For L’Epée 1839, la manufactura exhibió su reloj tridimensional más nuevo: The Horological Machine No.8 (HM8), un modelo que posee la misma forma angular -como de un prisma- de sus predecesores HM5 y HMX, el rotor bobinado battle-axe del icónico HM3 y un trazo inspirado en el mundo de la velocidad: Canadian-American Challenge Cup.
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Cuando Maximilian Büsser, fundador de la firma, era niño, soñaba con convertirse en un diseñador automotriz; sin embargo, el tiempo lo dirigió a incursionar en la industria relojera. Sin perder oportunidad de cumplir sus más profundos anhelos, el HM8 es un vehículo de carreras transformado en guardatiempos.
Si comparamos las partes del mismo con las de una automóvil, las relaciones son estas: Un movimiento de rotor de cuerda automática que alude al motor de un coche con mil CV, resguardado por una caja de zafiro que recuerda el cofre, dos barras pulidas que personifican los barrotes antivuelco y un par de cárteres dobles. Los indicadores de horas están exhibidos de forma vertical como si fuera un tablero.
Uno de los relojes más artísticos y complejos de la marca, prueba que para medir el tiempo artísticamente se puede adquirir inspiración de cualquier objeto.