Harry Winston fue un hombre poco convencional. Hijo de un inmigrante ucraniano, pasó su infancia en Nueva York, donde un día, a los 12 años, reconoció una esmeralda de dos quilates mientras pasaba por una tienda de empeño, misma que compró por 25 centavos y, un par de días después, vendió por $800 dólares. Fue entonces cuando la historia comenzó…
Inició su propio negocio en 1920 y fue hasta 1932 que abrió su primer tienda en la Gran Manzana. La fama lo alcanzó rápidamente. Conocido entre los joyeros por los diseños que creaba con gemas, hizo de su nombre un imperio.
Entre las piedras más famosas que adquirió para su colección privada, están: Hope Diamond -45.52 quilates-, Taylor-Burton Diamond y el brillante de compromiso que Onassis dio a Jackie Onassis, mismas que lo coronaron como “rey de los joyeros”.
Hoy, más de 30 años después de su muerte, su legado aún vive en el brillo de las joyas y relojes “Harry Winston”. Esta vez, la marca presentó su pieza más reciente: The New York Companion, un clutch de Alta Joyería engastado con 486 diamantes, 21 esmeraldas y ocho rubís, que captura la esencia y el dinamismo de Nueva York -ciudad en la que está inspirado-, sobre un lienzo de laca negro. Como un homenaje a la experiencia relojera, en la parte superior se encuentra una corona de onyx (el broche), que abre la bolsa para revelar un guardatiempos de cuarzo decorado con un bisel de diamantes.
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El interior cuenta con marquetería de madre perla y pequeños espejos formados para contrastar con dicha marquetería.
Una celebración a la vida y legado de Winston, así como a la ciudad que tanto amó, The New York Companion es artesanía, experiencia e historia joyera.