Todo inició en 1914, cuando Chales Aguste, hijo de Edouard Heuer, pide a los empleados de la firma diseñar un contador que tuviera una precisión mucho mayor (cinco a diez veces más) a los ya existentes en ese entonces.
Durante ese periodo se intensificó la idea de tener la mayor precisión en el mundo del cronometraje deportivo. Para 1915, el primer prototipo logró superar cualquier expectativa: un sistema de oscilaciones y escape que vibra a 360,000 alternancias/hora.
Un año después aparecen el Mikrograph, Microsplit, Semikronograph y Semicrosplit, los primeros contadores mecánicos del mundo con precisión en centésimas y cincuentésimas de segundo.
100 años más tarde, TAG Heuer lanza un edición limitada a 100 ejemplares del TAG Heuer Carrera Mikrograph, una pieza que propone un estilo clásico con una elegante esfera blanca lacada, números pintados y diseño inspirado en los contadores deportivos del pasado.
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El cronógrafo tiene una caja tipo Carrera, que se coloca en un soporte de mesa o fijado en un salpicadero: reloj e instrumento de cronometraje al mismo tiempo. Esta nueva pieza mezcla tecnología y diseño funcional en una misma pieza.
Uno de los detalles más sobresalientes se encuentran en punto de las once, doce y una, ahí se puede apreciar una gran corona acanalada esférica, que es enmarcada por dos pulsadores tipo seta, éstos nos recuerdan a los primeros contadores Heuer.
Cortesía de la marca
En la esfera blanca, se aprecian los números e índices pintados en color negro, mientras a las seis aparece el logotipo vintage de Heuer y la leyenda “Hecho en Suiza”. Agujas en acero azulado son las encargadas de marcar el tiempo.
El TAG Heuer Carrera Mikrograph, en el caso del reloj, tiene dos escapes que oscilan a 28,800 alternancias/hora, y el cronógrafo a 360 mil.
Esta extraordinaria pieza puede ser colocada en una caja TAG Heuer Carrera, un soporte de mesa o una fijación al salpicadero de un coche clásico.