Trek Travel lleva a los ciclistas a la cima con estilo

“Si vas a subir, no deberías tomar vino en la comida”, me dijo Wiebe Moeys. Moeys, guía en mi viaje ciclista por la Toscana y la Riviera italiana con Trek Travel, me dio ese sabio pero desalentador consejo –sobre todo si consideramos que nos encontrábamos en una trattoria exterior encantadora en la ciudad medieval de Montecarlo, no muy lejos de la región Chianti. Aunque logré abstenerme de la generosidad de los viñedos circundantes, no pude resistirme a un plato de jabalí con polenta. El platillo era vasto y delicioso –e igual de perjudicial que una copa de vino si subes.

El trabajo arduo y la satisfacción forman un equilibrio en cualquier itinerario de Trek Travel, un proveedor de lujo que organiza viajes ciclistas por Europa, Norteamérica, Suramérica y Asia. La agencia de viajes inaugurada en 2002 por los propietarios de Trek Bicycles –una fábrica de Wisconsin conocida por producir bicicletas urbanas que muchos ciclistas han llevado a la Tour de France y a otras competencias prestigiosas– lleva a sus clientes a todas partes, desde las empedradas calles de Barcelona a las montañas de Chile. Este año, la agencia también comenzó a ofrecer sus viajes One Collection, cada uno de los cuales va a un solo sitio, como el Blackberry Farm de Tennessee o una villa privada en España.

Mi itinerario de seis días por Italia con Trek Travel inició en el pueblo Lucca de la Toscana, donde las colinas de suave pendiente salpicadas de murallas del siglo XVI eran pintorescas, pero desafiantes para andarlas en bicicleta. Los paseos diarios de hasta 50 kilómetros o más me llevaron de Media Valle del Serchio (la ciudad natal del ciclista italiano Mario Cipollini) y Pietrasanta (donde Miguel Ángel sacaba el mármol para sus esculturas) a los poblados de Corniglia y Vernazza de Cinque Terre. Cada día, me subía a una de las bicicletas 5.9 de Trek Domane, que son de fibra de carbón y tienen cambios electrónicos para subir más fácil y a mayor velocidad. Cada noche, descansaba en los mejores sitios de la región, entre ellos Il Bottaccio (una fábrica del siglo XVIII en la Toscana que se convirtió en una propiedad elegante) y Tenuta San Pietro (ubicado en una casa de campo del siglo XVI restaurada).

Después de mi abstemia comida en Montecarlo, seguí a Moeys en nuestro ascenso por las colinas de San Pietro, subiendo despacio por un camino en zigzag tras otro hasta llegar a la parte más alta del casco. Un descanso en lo que parecía ser la cima solo indicó que apenas había comenzado el ascenso. De regreso en la bicicleta, aún con el almuerzo como un ladrillo en mi estómago– retomé el recorrido por una inclinación de 21 grados. Cuando por fin llegué a la cima, estaba emocionado no solo porque lo había logrado, también por la recompensa que me esperaba en la falda de la colina, una muy merecida copa de Chianti.

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(trektravel.com)

Por: Scott Armstrong