No hizo falta ni ver las habitaciones, desde la recepción supe que estaba en un hotel diferente, cuando en lugar del engorroso trámite del check in tuve una breve ceremonia de bienvenida en la cual me invitaron a determinar el propósito de mi viaje, sobre cómodos cojines y envuelto en una nube de incienso, acompañado de un refrescante trago. Había llegado a Tulum, había llegado a Our Habitas, ambas cosas por primera vez.
Y vale la pena destacar esto último porque no sólo no me había hospedado en este paradisíaco destino caribeño, sino que tampoco conocía el concepto de esta marca hotelera global que dentro de México ya tiene presencia en lugares como San Miguel de Allende y Bacalar, con miras a expandirse a Mazunte y Todos Santos.
Al final ambas cosas, destino y hospedaje, resultaron tal como los imaginaba: envueltos en la naturaleza, diseñados para desconectarte del trajín de la ciudad y la modernidad.
Video Recomendado
Our Habitas Tulum
Éste, el de Tulum, fue el primer hotel de Our Habitas en México, que se hizo famoso entre otras cosas por hospedar a una celebridad como la famosísima Paris Hilton, que si de algo sabe, es de hotelería.
Pero lejos de ser un glamuroso hot spot para este tipo de personalidades es, como se describe en la página oficial de la firma hotelera: “un santuario sostenible, un hogar global para una comunidad global de personas con ideas afines que buscan conexión, inspiración y un futuro mejor juntos. Nuestra experiencia está impulsada por la música, el bienestar, el arte, la aventura, la comida, el aprendizaje y la retribución. A través de estos pilares, creamos mundos mágicos en los que los extraños se convierten en amigos y los amigos en familia. Esto es lo que llamamos lujo para el alma”.
Con un concepto de glamping moderno, las habitaciones de Our Habitas están diseñadas para coexistir con la naturaleza, disminuyendo así su impacto ambiental, pero sin dejar de ofrecer las comodidades que cualquier turista espera.
Hablamos de tiendas de campaña amplias, un tanto elevadas para no perturbar el terreno, rodeadas de vegetación o frente a la primer línea de mar, con una especie de balcón donde puedes disfrutar de la tranquilidad y el silencio.
No hay televisión ni radio, pero si quieres mantener un lazo con el mundo exterior cuentas con internet de alta velocidad.
No hay una tina de baño, pero puedes disfrutar de una ducha al aire libre en lo que vendría a ser una especie de jardín trasero y privado para guardar la intimidad.
Y no hay por qué echar en falta nada más, la cama es amplia y cómoda, el aire acondicionado, suficiente para atemperar el calor de la región y los espejos, del tamaño adecuado para no perder el estilo, hay una escritorio donde podrías empezar a escribir tus memorias de viaje, los ganchos necesarios para colgar tu ropa y un frigobar bien surtido para disfrutar el atardecer con una botana o un mezcal.
Y todo eso para quienes quieran permanecer en su cuarto, pese al paisaje y el programa diario de actividades que te invitan a no hacerlo.
Porque claro, está la hermosa playa de arena blanca y mar turquesa de Tulum, la alberca infinita que se confunde con ese horizonte marino, el cine a la intemperie, las bicicletas para ir a pueblear, las lecciones de yoga, las veladas musicales con fogatas y hasta los rituales de purificación ancentrales que te recargan de energía al ponerse el sol. Nadie dijo que se está en paz únicamente al no hacer nada.
Y ni hablar de la oferta gastronómica de Our Habitas que se concentra en el restaurante Moro, con platos únicos preparados con técnicas de fuego de leña que ofrecen sabores ricos y sorprendentes que hacen eco de las cocinas regionales y latinas con toques de inspiración del Medio Oriente. Una propuesta no sólo distinta sino deliciosa y hasta saludable, en un ambiente bohemio y acogedor que te permite estar en contacto con la naturaleza, pero sobre todo te motiva a entrar en contacto con tus acompañantes en la mesa.
Porque al final de todo, esa es la magia de Our Habitas, la de desconectarte de la rutina para no interrumpir la comunicación contigo mismo y con tus compañeros de viaje.
Solo una cosa me faltó durante mi estancia, conocer a chuchito, el amigable mono que se ha vuelto un visitante asiduo de este hotel. Quizá en una próxima ocasión tenga esa suerte.