Kakemono, dinastía del tiempo

El origen del kakemono, también llamado kakejiku, kakefuku, jikumono, jiku y fuku, data del siglo VIII en China, época en la que la dinastía Tang convirtió a esta tierra en el país más avanzado política, económica y culturalmente. La inspiración detrás de la pieza se encuentra en los murales tibetanos, dedicados principalmente a la representación de temas religiosos, y expuestos en pintura sobre telas o a manera de murales. Entre las características que distinguen a esta pieza que data del siglo XVII, se encuentra su cualidad enrollable, que permite una transportación más sencilla y su cambio según las épocas o festividades, a pesar de su gran tamaño de 350 x 156 cm.

Ubicado principalmente al interior de templos budistas, y después en palacios y casas de nobles y gente poderosa, el kakemono adquiere su nombre de la cultura japonesa, y de la palabra kakeru (colgar, mono, objeto). Se trata del primer tipo de pintura japonesa que además sirvió como decoración en las casas de té, y en los aposentos donde las geishas presentaban sus espectáculos.

Una imagen del inmortal Huahuang Dadi y la inscripción “Con mucho respeto, honorado por alumnos de la sociedad… [ilegible]” luce en tinta sobre papel arroz, de manera protagonista, en este kakemono. La técnica utilizada para su creación solía representar gran dificultad para el artista debido al tamaño del lienzo, que podía alcanzar dimensiones de hasta tres metros y medio de alto, y que no permitía cambios una vez realizado el trazo.

Galería Daniel Liebsohn
Londres 161-49, Plaza del Ángel, Juárez, México, CDMX, 5525 2050.
liebsohn.com.mx

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