
Después de un corto vuelo desde Estambul de una hora en Turkish Airlines llego a Izmir. Desde el aeropuerto me recogen y manejamos por 40 minutos hasta la pequeña ciudad de Alacati (se pronuncia A-la-che-té). Nos estacionamos lejos del hotel, ya que la zona principal de Alacati es meramente peatonal y para pequeñas scooters. Me habían contado que era un pueblo pequeño, muy pintoresco pero poco me imaginé su belleza. Todo el pueblo está hecho de piedra, de una piedra blanca que se asemeja mucho a los paisajes de Grecia, pues alguna vez este hermoso territorio formó parte de ella.
Relacionada: 5 Rutas turísticas en Oaxaca para visitar por lo menos una vez en la vida
Llegamos al pequeño hotel boutique Beyevi, localizado en el inicio de la calle peatonal prin- cipal de Alacati. Me reciben todos con una sonrisa. La energía que se siente en el ambiente y me hace darme cuenta que estoy lejos de la locura de la gran ciudad, he llegado a esta otra Turquía que aún no conocía, una totalmente relajada y enfocada en vivir el momento.
Dejé mis maletas y en compañía de Petek caminamos hacia el restaurante en el que nos esperan para comer. Ir descubriendo Alacati fue un gran placer. Sus calles angostas llenas de tiendas, de joyería hecha a mano, pequeños cafés debajo de grandes árboles. Le gente vestida lista para ir a la playa, a menos de 10 minutos en coche se puede llegar a una playa de colores azules profundos en Alacati.
Video Recomendado

Playa privada de Club Marvy.
Entramos por una pequeña puerta a lo que yo puedo describir como un sueño hecho realidad. Me sentí en Grecia una vez más. El restaurante Asma Yapragi está escondido detrás de un pequeño callejón. Al entrar se ve una serie de mesas blancas con sillas azules rodeadas de árboles de higos y granadas. El viento trae hasta mi nariz el olor de sus frutos, es hermoso. Nos llaman a la cocina para elegir lo que queremos comer y lo que mis ojos ven es un festín. Cada día, las cocineras de Asma Yapragi cocinan veinte platillos diferentes con productos locales y de temporada que crecen en su propio jardín, platillos típicos turcos y las recetas de la familia de su dueña y creadora. Ella me platica que desde pequeña aprendió las recetas de su abuela y de su gran familia, en especial el platillo hecho con calabaza y yogurt el cual ahora forma parte de los 7 platillos que siempre sirven en su restaurante y cabe mencionar que es delicioso.
A nuestra mesa traen en pequeños platos nuestra selección del día en lo que tradicionalmente en turco se llama Meze. Los turcos acostumbran comer y compartir al centro de la mesa todos los platillos. Cada quién toma de ellos lo que gusta comer, así se puede probar de todo un poco y quedar llenito, llenito.
Relacionada: El bar, al aire libre, más alto del mundo, donde ni el alcohol se te sube
Para bajar la comida y poder apreciar el atardecer nos movemos hacia Cesme, un poblado muy cerca de Alacati y el cual alberga a Before Sunset , el club de playa más exclusivo y visitado de la zona. Aquí los mejores DJs del mundo vienen a tocar y a hacer fiestas a la orilla del mar. O, si prefieres un ambiente más relajado, puedes tomar el sol en los camastros que tienen o probar alguno de sus platillos de mariscos en el restaurante. Aunque un poco secreto y no disponible para cualquiera, Before Sunset cuenta con 6 bungalows (400 euros por noche) privados en su propiedad. Cada uno tiene su propia terraza y jacuzzi para darse un baño bajo las estrellas.
Si lo tuyo no es quedarte acostado en la playa, Alacati guarda una sorpresa para ti. Por su situación geográfica, la zona siempre tiene fuertes vientos que la hacen una zona ideal para practicar windsurf. La campeona mundial y nacional Cagla Kubat fundó una escuela de windsurf en la zona y cualquiera puede ir a aprender y practicar este deporte. Cuentan con clases para principiantes hasta entrenamientos para profesionales.
Por la noche, para cerrar el día, caminamos hacia Kapha, el restaurante hermano de Before Sunset. Se trata del restaurante más nuevo y que promete ser una gran experiencia culinaria. La cocina está al mando del chef turco Sedat Arslan, quien se especializa en la cocina Egea. Sus platillos son presentados de maneras sorprendentes, cada tiempo que llega a la mesa causa revuelo en los comensales. Salsas que sirven como óleos y el platillo como un bastidor, cada platillo es una creación diferente. No dejes de probar los mejillones, el queso con pan, el risotto de calamar y los postres. Su carta de mixología no se queda atrás. Si extrañas un poco los sabores de casa, pide el cocktail picante de tequila, lo sirven dentro un pimiento y sí pica.

El lugar tiene una vibra tranquila y relajada.
La mañana siguiente comienza con un desayuno en Beyevi Hotel. Té turco y varios platitos son servidos en la mesa. Mermeladas hechas en casa, miel de abeja con queso, quesos de diferentes texturas y sabores, pepinos y tomates (se acostumbra desayunar un poco de ensalada en Turquía), pan recién hecho y un poco de café. ¡Qué mejor manera de comenzar el día!
Relacionada: Airbnbs que te harán suspirar
Explorar Alacati es la misión del día. Hay todo tipo de tiendas en las que se encuentran tesoros que vale la pena regresar a casa. La tienda de vino Arven cuenta con una variada selección de vinos turcos; puedo probar el café que calientan en arena y que tiene un sabor a canela en la parte más turística de la ciudad. Muchas tiendas de joyería contienen creaciones que evocan la época antigua de Turquía: medusas, monedas viejas, guerreros, piedras semi preciosas. Nos detenemos en la pastelería más vieja de Alacati, Imren, a tomar un té y probar los postres más típicos. El pudín de mastic (fruto oriundo de la región) es uno de los platillos que no se pueden dejar de probar. Tiene un sabor parecido a la canela, pero un poco más fuerte y especiado.
Para despedirnos de Alacati vamos a cenar a Yek. Ubicado en la cima de un cerro es uno de los lugares más especiales para ver el atardecer. Vale la pena reservar una mesa considerando la hora en la que baja el sol. Su creador y chef Kemal Demirasal dejó atrás la cocina pretenciosa para regresar a su verdadero yo. Sus platillos tienen un aire más rústico, más natural. La cocina es abierta y puedes verlo asar carne, emplatar una ensalada y revisar los platillos. Dejó la ciudad para regresar a sus raíces, a poder seguir practicando windsurf y cocinar, sus dos pasiones.
Sabores del Egeo son la inspiración principal del menú. Los platillos cocinados a las brasas como los camarones son parte principal de la carta. No dejes de probar el pescado a la sal y acompañarlo de un vino blanco turco mientras escuchas la música curada por el chef y ves el atardecer.
Agradecemos a Cittur por la organización de este viaje: [email protected]