El rostro de Los Ángeles evoluciona gracias a estos dos hoteles

Si la nostalgia tuviera un rostro, quizá sería el de las construcciones de antaño, elementos del pasado que nos hacen añorar un tiempo que se fue para no volver (o para perdurar sólo en la memoria). Pero ¿qué pasaría si de sus cenizas se creara algo nuevo? En Los Ángeles, dos hoteles hicieron de los viejos edificios el pretexto perfecto para generar experiencias de primer nivel.

Los Ángeles, la Ciudad de las Estrellas, es, además de un referente mundial de películas, cines y teatros, poseedor de una vibra glam que pocos lugares tienen.

Sus calles han atestiguado desfiles de maletas llenas de sueños e ilusiones, cuyos dueños buscan inmortalizarse en el Hollywood Walk of Fame. Y ahí, en medio de todo ese bullicio, pasado y presente se conjuntan en dos proyectos que pretenden rescatar el Downtown de las manos del olvido y devolverle los días de gloria. Ambos tienen como protagonistas a edificios que reflejan vibra y estética históricas, pero combinadas con el confort moderno y, sin duda alguna, son visita imperdible para quien aprecia el toque artístico y el interiorismo clásico.

Video Recomendado

The Hoxton, europa en la West Coast

En el mítico Fashion District del Downtown, enclavado entre cines y teatros antiguos de Los Ángeles, se encuentra el que alguna vez fuera el edificio de trenes de la ciudad. Desde que abrió, en 1920, fue sede de una fábrica de telas, una dulcería, un restaurante, una tienda y un set de filmación. La cadena de cambios se detuvo el verano pasado, cuando The Hoxton llegó para brindar al inmueble un toque de su característica elegancia británica; eso sí, respetando la personalidad beaux arts de la estructura.

En cuanto pones un pie en el lobby te sientes en otra
época y dentro de un club privado al que pocos tienen acceso; mobiliario, papel
tapiz, iluminación, accesorios… todo está perfectamente seleccionado para transmitir
las vintage vibes que sólo unos cuantos pueden —nada para extrañarse, pues el
concepto interior fue una colaboración con Soho Hotel—. Desperdigados por todos
los espacios, te puedes encontrar toques con inspiración art decó, detalles de
cobre y latón, superficies de mármol, baños con azulejos zellige y textiles
impresos de la firma londinense House of Hackney.

Sus 174 habitaciones fueron diseñadas por el estudio
Ennismore, uno de los desarrolladores de hospitalidad más prestigiosos del
mundo. Todas resultan igual de confortables y están llenas de detalles que
vuelven tu estancia inolvidable: camas increíblemente cómodas con cabeceras de
mimbre, tapetes con bordados oaxaqueños, teléfonos old-fashioned como salidos
de un set de filmación, servicio de té y café con teteras Smeg, radios clásicos
Roberts al lado de la cama y una pequeña biblioteca escogida por los amigos de
Hoxton —creativos y artistas de la comunidad que actúan como embajadores de la
marca—.

Mención especial merece el rooftop porque, sin miedo a equivocarme, posee una de las mejores vistas del Downtown. En su terraza puedes recibir un baño del cálido sol de California mientras aprecias el skyline angelino, desde el crepúsculo hasta el amanecer.

Según el mood en el que te encuentres, puedes elegir
entre sus dos restaurantes que, dicho sea de paso, tienen una política zero
waste; el Sibling Rival, en el lobby, es una visión actual del tradicional
merendero, opción perfecta para tomar un café o comer algo ligero. Pero si
buscas algo más formal o celebras una ocasión especial, el lugar es Pilot, en
la terraza, con sus más de 50 platillos de inspiración Mediterránea, preparados
con ingredientes locales y frescos.

Con todos estos elementos, The Hoxton ha dado vida a un bosquejo vintage que contrasta con el espíritu moderno de esta ciudad californiana, y que materializa un notorio espíritu europeo en la soleada costa oeste.

thehoxton.com

Soho Warehouse, la vena artística

En los últimos años, el Distrito de las Artes —que alguna vez fue un barrio sucio donde los artistas podían alquilar estudios destartalados por tan sólo 150 dólares— se ha convertido en un imán irresistible para los constructores e inversionistas que buscan revitalizar la zona. Ahí, a unos cuantos pasos del río Los Ángeles, en lo que fuera una vieja bodega de siete pisos que data de 1916, se instaló el nuevo hotel de la cadena Soho House & Co., un club privado que cuenta entre sus miembros a creativos y artistas, y cuya admisión requiere una serie de entrevistas, además de la recomendación de un miembro registrado del club.

La experiencia en el Soho Warehouse honra el lema del
grupo, “sentirse en casa, aun estando lejos de ella”, porque desde tu llegada
experimentas la calidez propia de los hogares de familiares y amigos. Más allá
de eso, el edificio también proyecta su historia industrial, con ladrillos y
vigas de madera a la vista, y abraza su pasado artístico, pues permanecen en el
living los grafitis realizados cuando estaba abandonado, e incorpora nuevos
elementos, como el mural de Paul Davies en el nivel más alto.

Al entrar, te recibe una instalación del artista local Shepard Fairey —famoso por el cartel Hope que usó Barack Obama en su campaña presidencial—, el papel tapiz feminista de la artista local Genevieve Gaignard y muebles vintage que fusionan art decó y el estilo de los años 70, mix donde resaltan las sillas de piel, candelabros italianos y mobiliario hecho a la medida. La experiencia es verdaderamente como entrar a un set hollywoodense.

Las 48 habitaciones recuerdan los típicos lofts de
artistas, con techos altos y luz natural, pero con camas extragrandes y
productos Cowshed, una línea de bath & body de lujo hecha con productos
naturales que vale la pena probar —advertencia: son adictivos—. El hotel no
está pensado sólo para lobos solitarios, también representa una buena opción
para quien disfruta de los viajes en grupo, pues las habitaciones más grandes
cuentan con cocineta, mesa de comedor para seis personas, tocador para
invitados, vestidor y bañera independiente, entre otras comodidades. Además,
ofrecen la primera experiencia de compra en la habitación de Soho House en EE.
UU., con una colección exclusiva entre la firma canadiense SSENSE y Rhude, del
diseñador estadounidense Rhuigi Villaseñor.

En la base del hotel está The Garden, jardín toscano
rodeado de olivos y jazmines donde puedes disfrutar platillos inspirados en
Italia.

En el rooftop hay una alberca de 15 metros y un
asoleadero con camastros que recuerdan al glamuroso Los Ángeles de los 70. Los
textiles tienen la firma del ilustrador local Ethan Lipsitz y están realizados
en materiales ecofriendly. El toque de distinción lo ponen las sombrillas en
amarillo pálido, marca insignia del hotel que añade un toque retro.

Y para los viajeros que quieren mantenerse en forma está el Soho Active, el primer gimnasio de la marca que cuenta con dos pisos con equipo para cardio, pesas y bolsas de boxeo. El vestidor, de estilo art decó, reúne pisos color burdeos, mostradores de mármol, sauna y vapor.

sohohouse.com

Tras conocer estos dos rasgos del nuevo rostro de Los Ángeles, queda claro que ser parte de algo que rescata lo clásico y lo transforma sin destruirlo tiene nombre propio: The Hoxton y Soho Warehouse.