Inaugurado el 17 de diciembre de 2010, el Hotel Shangri-La París es la primera propiedad ubicada en Europa de la cadena de hoteles y resorts más lujosa del mundo, y por ende, un destino de importancia histórica para sus visitantes. Esta propiedad, poseedora de una mezcla de estilos arquitectónicos de los siglos 17 y 19, construida originalmente en 1896 y hogar del príncipe Roland Bonaparte, sobrino-nieto de Napoleón Bonaparte, pertenece a la lista de Monumentos Históricos, una iniciativa del grupo Shangri-La, que demuestra el respeto hacia el legado de las primeras residencias en Francia,
Entre 101 habitaciones (36 de ellas suites), tres restaurantes -dos de los cuales tienen estrellas Michelin- un bar y cuatro salas de recepción para eventos, el Hotel Shangri-La París cultiva un cálido y auténtico ambiente que reúne lo mejor de dos culturas: el arte asiático de la hospitalidad, y el arte francés de la vida. Asimismo, mantiene la decoración de la época, que se siente como un viaje en el tiempo al ingresar en alguna de sus tres habitaciones comunicadas: The Grand Salon, The Salle à Manger y The Salon de Famille.
La experiencia de lujo no está completa si no te quedas en la Suite Impériale, con una extensión total de 275 pies cuadrados, techos de cinco metros, un estudio, una recámara (con posibilidad a conectar otro espacio y crear 3 recámaras), sala de estar, cocina privada, y comedor para hasta 8 personas. Todo esto, iluminado por grandes ventanas que dejan entrar el sol de París, inspiración de tantos pintores impresionistas, a finales del siglo XIX.
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Y, como las noches en París son inolvidables (incluso hay un coctel en su honor), este año, Shangri-La Hotel Paris reveló su nuevo concepto de bar: Le Bar Botaniste, un espacio que encuentra inspiración en la botánica que data de la era de Napoleón Bonaparte, y de su sobrino, el Príncipe Roland, quien además reunió la colección privada de plantas más grande del mundo.
Una atmósfera repleta de plantas en cada esquina, auténticas fuentes de ajenjo y espíritu retro y elegante, abre paso al barman principal Arnaud Thirel, quien ha creado una carta de raros génépis, ajenjos, chartreuses, y 15 magníficos cocteles, entre los que destacan el Bumble Bee, una mezcla de coñac, miel de lavanda, limón y granos de sarrapia, servido con una galleta crujiente que asemeja un panal de una colmena, o el Cyrus, un coctel hecho a base de vodka, con una infusión de limones negros del Medio Oriente y un aperitivo Jean de Lillet, que le da una nota metálica resaltada por el limón.