Para un chilango acostumbrado a comer en el cuadrante Roma-Condesa, viajar a Bosques de las Lomas para conocer una nueva propuesta, es una tarea casi titánica. Sin embargo, vale la pena intentarlo.
Atalaya es el restaurante que resuena entre los especialistas en gastronomía. No porque sea nuevo (tiene 17 años abierto), sino porque el cocinero Atzin Santos, socio y nuevo integrante del grupo, ha dado de que hablar con su sazón y platillos.
Sentarse a las mesas de Atayala puede ser un “déjà vu”. La decoración mantiene los aires clásicos de los primeros restaurantes de manteles largos de la Ciudad de México; y los encargados del servicio están forjados bajo las reglas de la antigua escuela de meseros, donde la amabilidad es un poco desbordada. Tal como sucede en espacios como Les Moustache o El Cardenal.
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Sin embargo, la comida se encarga de traerte de vuelta a la realidad. En los platos de Atzin existe una mezcla de frescura, armonía, estética, balance y sensibilidad que dejan huella en el paladar y te hacen pensar en regresar (sí, aún con la distancia).
Frescura. Las preparaciones se crean con vegetales cosechados y cultivados ex profeso para el restaurante. Además, todos los productos son empleados conforme a temporada.
Armonía. Los ingredientes empleados en cada plato se acompañan uno a los otros. Por ejemplo, en la ensalada de tomates con boquerones la acidez e intensidad del pescado se matizan con el dulzor de los tomates tiernos.
Estética. Los platos buscan enamorar la vista de los comensales. Es suficiente con ver el postre de coco y piña. Un postre delicado, sutil y bello en su composición visual.
Es una cocina balanceada, donde se nota que el cocinero no sólo piensa en deleitar el paladar, sino en tener un equilibrio nutrimental. No es coincidencia que sea el primer restaurante en México certificado con dieta mediterránea por la Fundación Dieta Mediterránea.
Y para cerrar la experiencia, esta el hecho de que es una cocina sensible. Sensible porque cada plato genera algo. Un pensamiento, una idea, una sensación, un recuerdo…, que, me atrevo a decir, se ligan con la humildad del cocinero.
Subir a Bosques puede valer la pena. Si lo hacen, deben comer los boquerones, el aguachile negro y el pescado con pipián y pistache.
Prolongación Bosques de Reforma 1813, Local 20 y 22, Lomas de Vista Hermosa
Tel. 5259–3636 5259-2428
POR: ARISBETH ARAUJO