Por: Alfonso Ruiz y Jonathan Pérez
Coordinadora de moda: Belén Carrasco
Fotografía: Aintza Udaeta y Pedro Camacho Stern
Son las seis de la mañana y, ya a bordo del Mercedes Benz G 500 4×4² Square (mercedes-benz.com.mx), el navegador nos indica que antes de las 12 del día, estaremos en nuestro destino: la ciudad de Oaxaca. El camino a bordo de este todoterreno es fascinante, y su estabilidad en la autopista nos mantiene seguros durante seis horas de viaje.
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Pasado el medio día, tras haber hecho el check-in en el hotel, decidimos entrarle de lleno al sabor de Oaxaca, con unos tacos de tasajo, que son típicos de la región; había que tener el corazón contento y satisfecho para así poder desplazarnos hacia la capital mundial del mezcal: Santiago Matatlán. Nos encontramos con Juan Carlos Méndez, presidente de El Cortijo (mezcalelcortijo.com), una firma mezcalera con años de tradición, y que cuenta con una producción de diversos tipos de este destilado. Con él degustamos diferentes estilos de mezcal, desde una edición especial de espadín joven, hasta uno de pechuga de pollo, pasando por un madrecuixe.
Pero la degustación sólo fue el principio, para saber lo que había detrás de ese elíxir visitamos los campos de agave, el lugar en donde nace todo. Ahí llegamos sin ninguna complicación a bordo de la G 500, aunque el terreno nos obligó a activar la tracción 4×4; la suspensión que posee brinda gran estabilidad y es eficiente sin importar la condición de la superficie. Nos pareció impresionante cómo en estos espacios los neumáticos se mueven de un lado a otro, y el habitáculo permanece prácticamente inmóvil.
En esta locación aprendimos el proceso del mezcal, desde la recolección, que consta en cortar las pencas y eliminar los órganos de la planta que no sean de utilidad para la elaboración de la bebida, hasta el envasado, destino del mezcal después de la cocción, la trituración y destilación. Existen varias especies de agave, y aquí conocimos el Jabalí, el Americano, entre otros.
El calor que cae sobre Santiago Matatlán es sofocante. Nos dirigimos desde los campos de agave de El Cortijo, hasta la capital oaxaqueña, para caminar por largo rato en las calles pintorescas del centro histórico. El andador Macedonio Alcalá tiene mucha vivacidad, hay mezcalerías, galerías de arte y otras amenidades, además conecta el Zócalo con la iglesia de Santo Domingo. Tras nuestro paseo, la noche cae para darle la bienvenida a la hora de la cena en el restaurante Catedral (restaurantecatedral.com.mx). Ahí, el mesero Jubileo Hernández, nos atiende mientras explica las maravillas de la comida local; entre tostadas de guacamole con chapulines, y diferentes tipos de carne bañados con mole, la combinación nos pareció exquisita.
En el restaurante Catedral probamos el chichilo de short rib braseado y un mole verde con costillar de cerdo confitado, que nos maravillaron el paladar por las suaves texturas de la carne y el distintivo sabor de Oaxaca, implícito en los moles.
Es el segundo día en Oaxaca y Aintza, nuestra fotógrafa, nos lleva a conocer el Centro Académico y Cultural San Pablo, uno de sus sitios favoritos en la ciudad. Se trata de un ex convento en el que se ofrecen espacios para la exposición de la cultura indígena. Dentro de las instalaciones, que hoy en día cuentan con bastante vegetación, hay desde lugares para tomar un buen café, hasta bibliotecas o salones de arte regional. Sin duda su recomendación nos dejó encantados.
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La vestimenta de la región es muy popular, y los turistas que llegan a la ciudad, siempre buscan atuendos típicos. En Oaxaca existe un Museo Textil, en donde se enseña el proceso de las piezas que se elaboran de manera artesanal, y cuenta con seis colecciones privadas, que incluye todo tipo de artículos como trajes o alfombras, consideradas como tesoros del estado.
A las tres de la tarde abordamos nuevamente la 4×4 para dirigirnos a Hierve el Agua; aquí se aprecian dos cascadas que se formaron hace miles de años, cuando por éste lugar escurrió agua carbonatada. Estas maravillas tienen más de 50 metros de altura, y sus formaciones llegan a adquirir distintas formas. Recuerdo muy bien el momento en que Pedro, nuestro coordinador de foto, volteó hacia una de ellas y dijo: “un elefante se esconde en Hierve el Agua”, y efectivamente, miramos fijamente hasta lograr definir una figura cuyas orejas y trompa formaban claramente al mamífero, petrificado en agua carbonatada. En el lugar se conforman albercas naturales con temperatura ambiente, que para las altas temperaturas registradas en la zona, son ideales para darte un refrescante chapuzón. Las panorámicas son sensacionales y aprovechamos para observar el atardecer, que nos ofrecía todo tipo de colores, desde verdes hasta púrpuras.
Cuando terminó nuestro recorrido por Hierve el Agua, regresamos a Oaxaca para cenar en Mezquite, un restaurante con terraza ubicado en la calle de Manuel García, que regala hermosas vistas hacia la iglesia de Santo Domingo, la cual luce espectacular por las noches. Aquí nos dedicamos a probar los cocteles como el Mezquite Punch, preparado con mezcal artesanal, chartreuse verde y hierbabuena, o el Shandie, que lleva mezcal, cedrón, licor de cereza y sandía; éste se convirtió en la bebida favorita de Belén, por su frescura y el estallido de sabores. La cena fue muy fresca y constaba principalmente de aguachile y ceviche de pescado, aunque también degustamos el ravioli mixteco, que lleva chapulines y requesón sobre una reducción de rabo de res.
En una de las visitas a Oaxaca del mixólogo español José Caballero, se dio a la tarea de crear un nuevo coctel para el restaurante Mezquite. Se trata de Suspiro Fresco, elaborado con mezcal, miel de agave, licor de naranja y romero, un trago muy fresco para contrarrestar el calor de la cuidad.
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LA BRISA DEL MAR
En Oaxaca hay dos lugares turísticos reconocidos con playa, uno es Huatulco, que concentra más del 60% de su desarrollo turístico en reservas naturales, y es el destino que alberga las grandes cadenas hoteleras, que además cuenta con el reconocimiento Blue Flag, por ser un atractivo ecológico y sustentable; y Puerto Escondido, con carácter más bohemio y paraíso de surfistas, quienes por temporadas, dominan las olas de hasta 20 metros de altura que aquí se registran. Los aficionados a esta actividad llegan a racimos, y aprovechan las cualidades de las costas oaxaqueñas para practicar sus mejores técnicas. Nosotros hicimos una parada en Zicatela, pero nos trasladamos a un destino aún menos concurrido sólo para ver el atardecer: Punta Cometa, en Mazunte. Llegar a este lugar es ya una experiencia en sí, pues tienes que caminar unos diez minutos, de subida, entre ramas y piedras; después de librar todo tipo de obstáculos, llegas a la cima y te das cuenta que todo ha valido la pena, pues la panorámica es simplemente fenomenal.
La playa de Zicatela es famosa porque, año con año, es sede de campeonatos mundiales de surf —como el Torneo Internacional de Surf, que se disputa en Noviembre, o el Zicatela Pro, en agosto— a los que llegan los mejores surfistas del mundo, en donde demuestran sus capacidades sobre la tabla. Estas costas también son ideales para otras actividades como la pesca deportiva.
A la mañana siguiente, desayunamos muy temprano para visitar Playa Bacocho, una de las playas de mayor extensión en las costas de Oaxaca, con 1,200 metros de longitud. Aquí las olas pueden ser riesgosas, por lo que no se recomienda que la gente ingrese al mar, pero resulta formidable tomar baños de sol o disfrutar de un rato entre familia y amigos, en la arena y con la brisa del mar. Escuchar el golpeteo del agua contra las piedras es una delicia, y por qué no, en un sitio más seguro, a las orillas de Bacocho, decidimos nadar unos minutos para llenarnos de energía antes de cerrar el viaje.
Luego de comer camarones, filetes de pescado y una gran variedad de mariscos, tomamos nuestro camino de vuelta a la capital del Estado, a donde llegamos para caminar y apreciar por última vez los colores de la ciudad, que de noche se complementan con el alumbrado tenue de sus avenidas y callejones; bebimos un par de mezcales acompañados de un tentempié, y dormimos la última noche en Oaxaca. A primera hora del día siguiente, abordamos la G 500 y, con todo su poder volvimos a la Ciudad de México convencidos de una cosa: Oaxaca es uno de los estados más ricos del país, no sólo por su gastronomía, sino por las bondades culturales y naturales que posee.
DESCANSO IMPERIAL
-MANSIÓN MARÍA
A 15 minutos del centro de la ciudad de Oaxaca, en la zona residencial de San Felipe del Agua, se encuentra un espacio dedicado a aquellos que buscan un lugar para escapar del bullicio: Mansión María. La residencia de lujo, con un espectacular trabajo de interiorismo a cargo de Laura Besquin, tiene 5 habitaciones -2 de ellas con jacuzzi-, que se complementan con una alberca climatizada, bar, cocina y un comedor para 14 personas, sala, terrazas y jardines. Además, cumple las necesidades de los más exigentes, pues cuenta con servicio de chef privado, barman, meseros, chofer, niñera, entre otros.
La residencia fue ideada por Casa Bonita, un hotel a 5 minutos de distancia que solía ser una residencia, y que hoy es uno de los hoteles más lujos de Oaxaca.
-CASA BONITA
Con una arquitectura icónica, servicio que destaca, una cocina sin igual, instalaciones y habitaciones de primera, Casa Bonita (hotelcasabonita.mx), es otra alternativa para hospedarte en Oaxaca. Cuenta con 23 habitaciones, cada una diferente entre sí, por lo que tu experiencia será distinta en cada visita; dos restaurantes: Estrella de Mar y Restaurante el Cielo, con un menú y cocina especializados en comida oaxaqueña. Por supuesto, no podía faltar el momento de relajación; Nasah Spa ofrece tratamientos como masajes relajantes, terapéuticos, envolturas corporales, temazcal… y otros imperdibles, que harán de tu visita algo muy especial.
UN AUTO TODOPODEROSO
El placer de viajar a Oaxaca lo experimentamos a bordo de la Mercedes-Benz G 500 4×4² Square, una todoterreno de aspecto feroz, con ruedas gigantescas, inspirada en su antecesor, el G 63 AMG 6×6. El diseño exterior es muy similar al de un Clase G convencional, pero dotado de mucho poder para soportar cualquier condición del terreno.
Si el auto está equipado para correr en los suelos más adversos, imaginen su capacidad en las autopistas. Su aceleración es imponente y las salidas de escape, que emiten un sonido deleitoso cuando se pisa el acelerador, están colocadas frente a los neumáticos traseros, con la finalidad de aumentar la eficiencia de sus cualidades off road. Ahora, hablemos del motor; se trata del todo poderoso V8 Biturbo de 4.0 litros que se adapta de manera perfecta a las características de la máquina, que incluye una potencia nominal de 285 KW. Este Mercedes, con sus 422 caballos de fuerza, es capaz de alcanzar desde 2,800 hasta 4,800 revoluciones por minuto y su aceleración, de cero a 100, se alcanza en tan solo 6,1 segundos.
Al interior encontramos asientos forrados en piel de color negro, y los asientos delanteros cuentan con controles eléctricos, con memoria. La consola cuenta con inserciones de fibra de carbono. Hablando de conectividad, la que encontramos en la G 500 es óptima, pues incluye navegador, información acerca del auto, entre otras amenidades.
El costo en México de la Mercedes-Benz G 500 4×4² Square es de 4,250,000 pesos.