Es pleno invierno, la temporada en la que la mayoría de los canadienses preferiría guardarse en sus casas, meterse debajo de sus cobijas y estar acompañado varias horas de la programación de Netflix. Sin embargo, en Vancouver es justo la temporada en que celebran un festival gastronómico que invita precisamente a eso, a estar afuera, bien abrigados, pero disfrutando de las mejores ofertas culinarias de la urbe, y fuera de ella.

Así fue que nos arropamos para embarcamos cuatro días dedicados a comer y beber en los lugares a los que definitivamente uno debe acudir mientras visita esta urbe de la costa oeste canadiense. Así que, más allá de iniciativas verdes y espíritu outdoors, Vancouver también tiene una faceta culinaria que va en ascenso, aquí la prueba:

Kissa Tanto

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Kissa Tanto combina cocina asiática con italiana.

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Un restaurante de fine dining que combina cocina asiática con italiana en primera instancia suena extraño —más si éste se ubica en un Barrio Chino, donde este tipo de ofertas no suele ser el lugar común. Cuando uno se detiene a pensar que el origen de la pasta —tan en el ADN de los italianos— , proviene de Asia, todo empieza a cobrar sentido. Ubicado en el primer piso de un edificio con cierto aire de decadencia romántica, Kissa Tanto es el hotspot de los foodies de hoy en día en la ciudad.

El hype que le ha otorgado su reconocimiento por parte de publicaciones locales como el mejor nuevo restaurante no permite que sea un lugar romántico, aunque sí muy acogedor. El menú provoca salivar aún antes de siquiera probar uno de sus coctéles. Traten de hacerlo ustedes al leer: su plato de mariscos fríos es una especie de cajita de la abundancia marina, que contiene ostras frescas atún blanco con ajonjolí y aceite de naranja, pescados curados de la estación, pulpo marinado con achicoria roja, limón y aceite de oliva —y eso que eso sólo es para empezar. Falta probar sus tallarines con hongos salteados y yema curada con miso. Qué decir de sus agnolotti de porchetta, sublimes.

Y si aún así no tienen saliva recorriendo la boca, para cerrar tienen un corte wagywu cocinado lentamente durante 24 horas servido con calabaza fermentada, chile calabrés y parmesano. La carta de vinos, muy acertada, deben explorarla.
kissatanto.com

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La Pentola

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El chef Travis McCord se ha encargado de concebir una cocina inspirada en Italia, con su respectiva jiribilla y una prevalencia de ingredientes locales y de temporada.

La ubicación de La Pentola, en la planta baja del tan de moda Opus Hotel, en pleno barrio de Yaletown, es ya de por sí un valor agregado para este restaurante que se ha convertido en un referente dentro de la escena culinaria de Vancouver. El chef Travis McCord se ha encargado de concebir una cocina inspirada en Italia, con su respectiva jiribilla y una prevalencia de ingredientes locales y de temporada. La mejor manera de agarrarle gusto a La Pentola es ponerse en las manos del chef con alguno de sus menúes de degustación Alla Famiglia, ya se a de cinco tiempos (55 dólares canadienses) o de siete tiempos (65 dólares canadienses).

De optar por pedir a la carta, los platillos insignia son el vitello tonatto y un soufflé de parmesano que causa adicción instantántea. En cuanto a las pastas —siempre fiestas y cortadas a mano— las opciones infalibles son los ravioles de ricota con jugo de calabaza o el pappardelle con porcini local tostado, y salchicha de cerdo. Para quienes no perdonan una buena dosis de proteína, hay una variedad de platillos con ingredientes de la región, como el pato de Fraser Valley con puré de calabaza, mostarda, farro y achicoria a la parrilla.

Para acompañar, vale mucho la pena echarle ojo al menú de vinos, pues incluye una meticulosa selección de bodegas del valle de Okenagan, además de los italianos e internacionales, y también de cervezas artesanales locales.
lapentola.ca

Hawksworth Restaurant

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Los menús reflejan estacionalidad y espontaneidad.

Situado dentro del hotel Rosewood de la urbe, en el corazón vibrante de Vancouver, Hawksworth es el restaurante obligado para los foodies que visitan la ciudad y llevan una bucket list que palomear. Su cocina se describe como canadiense contemporánea y su objetivo es el de establecer un legado culinario arraigado en productos regionales y celebrar la diversidad cultural de Vancouver. Reconocido en cuatro ocasiones por la publicación local autoridad en gastronomía —Vancouver Magazine —, como el mejor restaurante exclusivo de la ciudad, el Hawksworth, es grande y glamuroso, pero relajado y acogedor, listo para ofrecer una variedad de experiencias gastronómicas memorables, para distintas ocasiones. Los menús accesibles reflejan estacionalidad y espontaneidad, además de que hacen gala de una gran técnica y una búsqueda incesante por la reinvención.

Para muestra, los callos de hacha al horno con calabaza, yogur caramelizado y coliflor; su calamar japonés alas brasas con pera nashi y una celestial vinagreta de chile de cerdo. Como plato fuerte el bacalao a la sartén con, jengibre y emulsión de yuzu o la langosta a la escalfada con pork belly asado.

hawksworthrestaurant.com

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Cacao

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Cacao es el nuevo restaurante latino de Vancouver.

Dentro de las iniciativas del festival, una de las más interesantes es la que invita a chefs de distintos puntos del orbe a colaborar con chefs locales para cenas memorables. En este año se invitaron a cinco de los mejores exponentes de la cocina mundial. En nuestro caso, estuvimos presentes en la cena ofrecida en el restaurante Cacao, donde, al lado del chef anfitrión Jefferson Alvarez quien curó el menú preparado por Nidal Barake —cofundador de Guttonomy y blogger de Yo Culinario—, junto con nuestro querido Jair Téllez, prepararon una cena digna de recordar. Cacao es el nuevo restaurante latino de Vancouver, fundado por el venezoñano Jefferson en el barrio de Kitsilano.

La cena inició con unos pequeños snacsk pero espectaculares: un chorizo de pulpo en tostada de bacalao, muy ponedora, cachapa de queso parmesano, un aguachile de ostra y un sofrito de carne. Una vez agarrándole gusto al gusto, los chefs como arriba de un ring de box, nos atestaban golpe tras golpe, primero con un Vuelve a la vida preparado con erizo y chorizo de almeja; siguió un esturión con alcachofa Jerusalén y hongos. Para coronar esto, un bisonte negro asado con su respectivo chimichurri rojo de yuca. Para cerrar, un lujo al paladar: texturas de cacao con chicatanas.
cacaovancouver.com

L’Abbatoir

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El restaurante fue una antigua cárcel.

Si bien las cenas acaparan en general la atención. No pasamos por alto la hora del brunch, y elegimos un must en el área de Gastown. L’Abattoir está situado entre el histórico Gaoler’s Mews y Blood Alley, el restaurante fue construido en el siglo XIX en la construcción que fuera la primera cárcel de Vancouver. Originalmente parte del que fuera el original Meat Packing district de la urbe, el nombre L’Abattoir rinde homenaje a este colorido pasado del barrio.

Hoy, dentro de este restaurado edificio de ladrillo y vigas que combina el trabajo clásico francés de baldosas con accesorios industriales, madera natural con acabados de vidrio y acero, se encuentra este restaurante ofrece diversas áreas para los distintos momentos del día, desde un bar y salón, comedor elevado y la lujosa terraza —área ganadora para nosotros— bañada por la luz del sol. Entre tantas buenas opciones como el quiche de espinaca y champiñones, crepas rellenas de ricota y piel de limón o los huevos pochados con pork belly ahumado, optamos por su campeonísima breakfast burger acompañada por su rigurosa papa hashbrwon.

Claro, para bajar todo esto, Bubbles at brunch. Mi elección Blue Mountain 2008, un espumoso de valle de Okenagan, blanc de blancs. Sin palabras.

labattoir.ca