En otro momento de mi vida, no muchos años atrás, habría pensado que para ver una aurora boreal tendría que volar hasta Islandia, de buena manera aprendí que hay un destino mucho más cercano capaz que envolverme en paisajes invernales y permitirme ver el espectáculo más asombroso que he visto en el cielo.
El simple hecho de poder viajar a Yukón, uno de los tres territorios del norte de Canadá, especialmente durante esta temporada invernal no solo representaba un sueño al ver auroras boreales, también significaba un reto al tener que enfrentarme a tan bajas temperaturas por primera vez.
Durante mi último viaje a Canadá aprendí, y reconocí, la importancia de las Primeras Naciones, así que me gustaría tomar un momento para hablar de significado del Territorio de Yukón que proviene de la palabra Yu-kun-ah en la lengua Ggwich’in que se traduce como ‘río grande’ y está especialmente relacionado a lo que esperas ver ahí.
Video Recomendado
Y es que hay que saber que el territorio de Yukón, del cual 80% es naturaleza virgen, es hogar de impresionantes paisajes con abundantes ríos, mucha vegetación y vida salvaje durante gran parte del año, sin embargo, al aterrizar ahí me encontré con un escenario en donde todo lo que veía estaba cubierto de nieve.
Los días en el Territorio de Yukón, Dawson City
La realidad es que en México, por lo menos en la CDMX, nunca nos hemos enfrentado a temperaturas tan bajas, es complicado imaginar el frío que puedes llegar a sentir incluso durante el día y después de un par de horas aprendí que la clave está en las capas, muchas capas, que logren aminorar la temperatura del exterior.
Esa primera imagen de sol haciendo brillar tanta nieve es difícil de olvidar. Recuerdo cuando me dijeron antes de llegar que pensara en Narnia y soy sensata al decir que incluso esas imágenes en mi mente estaban muy por debajo de lo que veía.
La primera parada fue Dawson City, un lugar que por lo menos para esta temporada del año parece haberse quedado congelado en el tiempo, cada edificio conserva una esencia similar, hay edificios históricos que han resistido los embates del tiempo aquí y allá y apenas un puñado de personas, varios latinos, en las calles.
¿Qué hacer durante el día? Tanto como sea posible, desde escuchar historias sobre la Fiebre del oro de Klondike, ponerte las raquetas de nieve y dar un paseo o tener la fortuna de hacer un viaje en helicóptero, el primero para mí, y ver la parte más alta de las montañas, la ciudad y los bosques, todo cubierto por, ¿adivinan? nieve.
Recomendación especial para que antes de caer la noche vayas directo a Sourdough Saloon, hogar del infame Sourtoe Cocktail, porque si creían que lo más retador hasta ahora era subirme a un helicóptero, no se compara con tomar un trago con un dedo de pie amputado y conservado en el interior que, por cierto, tiene que tocar tus labios. Y no es una obligación, pero creo que si no lo haces no fuiste a Dawson.
En Carcross / Tagish First Nation
Incluso ahora mientras escribo esto y busco imágenes de Tagish Lake me sorprende lo diferente que luce cuando el agua está congelada.
En otra temporada del año habría visto este idílico lugar desde la orilla, pero para ese momento lo recorrí primero en un trineo tirado por perros de Tagish Lake Kennel, lugar dirigido por Michelle Phillips que durante años ha entrenado a una jauría de atletas caninos criados para correr.
Y después sobre una moto de nieve a toda velocidad, rodeándome de montañas, llegando a cada rincón y encontrándome con las huellas de animales que cruzan por el hielo al otro lado.
Las noches en Yukón, de exploradores a cazadores de auroras boreales
No me malentiendan, los días son magníficos y disfruté cada uno de ellos, pero cae la noche y es momento de ponerse quizá una capa más de ropa, mentalizarte, preparar un café para la desvelada y mantenerte caliente y cruzar los dedos.
Ver una aurora boral es la combinación no científica de frío, cielos despejado y suerte. Si algo aprendí durante esa serie de noches es que hablamos de un evento fortuito, una fusión de muchos elementos y aunque todas las probabilidades estén de tu lado, nada asegura que puedas ver una en su totalidad.
De manera más formal, las auroras boreales las provoca una interacción de los gases de la atmósfera terrestre con el viento solar, una corriente de partículas cargadas eléctricamente, iones, que salen disparados del sol en todas direcciones pintando el cielo de verde, rojo y a veces morado.
Recuerdo la primera noche, solo quería tomar una foto y al bajar la exposición de mi teléfono noté que el cielo lucía particularmente verde, era una aurora y ese fue el comienzo de tres noches seguidas del mismo espectáculo, no quiero presumir pero la suerte estuvo de nuestro lado.
Especialmente la segunda noche acompañados de Sandra Peña de Nomada Excursions, una mexicana muy canadiense que no desistió y ayudada de aplicaciones que usa para pronosticarlas y detectar en qué momento están en su mayor exposición nos alentó a esperar y esperar hasta que la aurora se dejó ver.
Quiero ser muy sensata al respecto sobre ver a una aurora, no siempre el cielo se ilumina completamente (todo depende del índice KP que mide la actividad geomagnética) cuanto más alto sea el índice será más factible detectarla a simple vista, es mucho más sencillo verla a través del lente y hay que jugar con la exposición para capturarla.
Sin embargo, ver auroras boreales en Yukón es una experiencia que de principio a fin vale completamente la pena, desde la salida nocturna, tomar chocolate mientras esperas, las conversaciones, estar en medio de la nada en completa oscuridad, vamos, hasta lo dedos congelados lo valen cuando logras ver una.
Desde finales de agosto hasta medidos de abril es posible viajar hasta Yukón y ser capaz de cazar auroras boreales, reitero, no siempre se ven, así que hay que tener mucha paciencia y no desesperarse.
Antes de terminar me gustaría destacar algunos lugares que conocimos durante el viaje para que los tomes en consideración cuando visites el territorio de Yukón.
Black Spruce Landscape Hotel: Son una serie de cabañas hechas con materiales sustentables diseñadas especialmente para camuflarse con la naturaleza. Cómodas, limpias, y afuera te espera un sauna que cae muy bien, especialmente antes de dormir.
Southern Lakes Resort: Ubicados frente a Tagish Lake, estas cabañas son super privadas, enormes y con una vista magnífica al lago. Los amaneceres y atardecer son un sueño y ofrecen una magnífica cocina pues su chef tiene raíces suizas, por lo que solo te preocupas por disfrutar. Ahí mismo puedes rentar la moto de nieve o tomar un par de patines e ir a patinar sobre el lago.
Más hoteles: Raven Inn en Whitehorse y Dawson Lodge en Dawson City
Eclipse Nordic Hot Springs: Se trata de una serie de aguas termales al aire libre que se complementan con clases de yoga y sesiones de meditación. Perfectas para calentarte y relajarte después de un par de días de aventura.
Northern Tales: Otra forma de ver auroras boreales en grupo. Estos son avistamientos guiados con espacio de observación y tiendas de campaña con todo lo necesario para calentarte y sentarte a esperar a que las luces aparezcan.
¿Dónde comer? Sourdough Saloon (Dawson City), Kind Cafe y Burnt Toast Cafe (Whitehorse)
Si buscar vivir una experiencia similar a la que viví, una opción perfecta para armar tu itinerario es Entrée Destinations en su colección Stories of Canada.