Volar al noroeste de Estados Unidos, específicamente a Chicago Illinois, es algo sencillo y que no toma más de unas cuantas horas en avión saliendo de la Ciudad de México. Al llegar nos recibe el Aeropuerto Internacional O’Hare con una estética impregnada de una atmósfera cosmopolita, que se refuerza cuando, más allá del inglés, escuchas otros muchos idiomas, desde nuestro español, por supuesto hay una fuerte presencia de mexicanos en el destino, hasta el italiano, el árabe, el japonés, etcétera.
Escoger un hospedaje es un punto crucial para cualquier destino a visitar, con ello en mente para esta aventura se eligió el lujoso Marriott Marquis Chicago, ubicado al sur de la ciudad con vistas impresionantes al Lago Michigan y conectado a Wintrust Arena y el McCormick Place, uno de los mayores centros de convenciones del país.
A Chicago se viaja por un sinfín de razones: deportes, cultura, historia, gastronomía, o como en mi caso, siendo la primera visita, sin tener una razón específica, por gusto, por recomendación.
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El Chicago deportivo
Mi viaje empezó a toda velocidad con la adrenalina que conlleva el mundo del automovilismo. Y es que coincidió que la ciudad albergana, en las fechas de mi visita, la diversión y adrenalina de la serie NASCAR, que no será la Fórmula 1, pero igual te atrapa y envuelve en su atmósfera festiva seas o no fanático del deporte automotor.
Siguiendo con lo deportivo, tuvimos el gusto de disfrutar un juego de Grandes Ligas en el imponente Guaranteed Rate Field hogar de los White Sox donde el amor por el equipo se paloa.
Aquí algo obligado es probar el famoso Hot Dog estilo Chicago, que según los locales, no debe llevar catsup. La verdad la extrañé, aunque le sorprendió a mi paladar lo interesante de la mezcla de sabores y aromas.
La gastronomía de la Ciudad de los Vientos
Teniendo en mente los sabores, la gastronomía de la ciudad es sumamente variada con opciones culinarias para todos los paladares. Yo inicié este tour gastronómico con una propuesta orgullosamente mexicana, como les decía al inicio del texto, aquí verás paisanos por todos lados.
Visite Tzuco del Chef Carlos Gaytan, quien fue el primer chef mexicano que recibiera una estrella Michelin en el extranjero. El menú de este lugar propone una interpretación de la comida mexicana, elevada y actualizada, pero bien arraigada a los sabores típicos.
Después, continué con lo latino, y me dejé sorprender por la oferta del restaurante peruano Tanta, del famosísimo chef Gastón Acurio, cuyo menú toma lo mejor de los sabores de la cocina nikkei y los presenta de forma increíble para el deleite de los comensales.
Pero no podríamos dejar Chicago sin probar lo local, así que visité uno de los spots con más historia en la ciudad: Chicago Firehouse Restaurant que se ubica al interior de una ex estación de bomberos y es un verdadero clásico no sólo por la comida que sirve, sino por la arquitectura que preserva a pesar de todo.
Algunos imperdibles
Pero la oferta de experiencias en Chicago se extiende en el apartado histórico y de entretenimiento también. Así que para conocer la ciudad como se debe, me recomendaron tres paradas iniciales obligadas:
La primera, el Skydeck, ubicado en Willis Tower; que presenta un museo interactivo con las bases históricas de la ciudad, principales atracciones, gastronomía y demás experiencias, pero la cereza del pastel se encuentra ubicada en el piso 103 donde con ventanas panorámicas y cajas de cristal puedes ver una vista de una forma única todo Chicago.
La siguiente parada que me recomendaron es un paseo en crucero por el río que, de la mano de expertos que te brindan datos y acontecimientos curiosos, te va adentrando en la historia arquitectónica de esta bella urbe.
Navy Pier es el muelle de la gente, el tesoro de Chicago frente al lago, que da la bienvenida a todos y ofrece experiencias dinámicas y eclécticas a través de asociaciones y programas que inspiran descubrimiento y asombro. Desde su reapertura en 1995, más de 180 millones de visitantes han venido a disfrutar de las 50 hectáreas de atracciones y experiencias incomparables del muelle.
Aquí, sí o sí hay que subirse a la espectacular Centennial Wheel, una rueda de la fortuna con una altura de casi 200 pies, que ofrece a los visitantes vistas incomparables de 360 grados.
Además, está la experiencia inmersiva Flyover que te llevará en una simulación de viaje aéreo a un recorrido por los puntos más vibrantes de Chicago.
Finalmente, no podíamos despedirnos de la ciudad sin disfrutar de su vibrante vida nocturna que nos sorprendió con sus sonidos y emocionantes cócteles que demuestran su pasión por la mezcla de sabores.
Sin lugar a dudas esto fue apenas una probadita para iniciados en Chicago, pero la ciudad es un destino obligado para todos aquellos que buscan gran cantidad de experiencias, sabores e historias, de esas que no se pueden dejar de vivir ni olvidar.