El paisaje montañoso y desértico de Valle de Guadalupe es de esos escenarios que se quedan marcados en la memoria de los viajeros. No sólo por el agrado que supone a la vista recorrer los plantíos de vid que abundan en la zona, sino por el festín que representa hacer alguna parada en la enorme oferta culinaria o vinícola de la región. Pero su encanto se extiende mucho más allá que a una experiencia momentánea; uno puede prolongar su visita gracias a los hoteles y resorts que ofrecen hospedaje a los aventureros, como el caso de Bruma, un complejo conformado por una vinícola, el restaurante Fauna —a cargo de David Castro Hussong y Maribel Aldaco—, un bar y una propiedad hotelera llamada Casa 8, construida por el arquitecto Alejandro D’Acosta.
El diseño impecable de esta ultima exhibe materiales propios de la localidad, como vidrio reciclado, madera y adobe, visibles en las ocho habitaciones, la sala, la cocina abierta y el comedor, donde diariamente se sirven deliciosos desayunos hechos por las cocineras, quienes sirven fruta, yoghurt y granola hecha en casa, tacos de machaca, quesadillas, pan dulce recién horneado, café y jugo natural, entre otras cosas. Los viñedos rodean la alberca, lugar donde los huéspedes podrán relajarse mientras toman el sol en el deck o en la hamaca de la sala.
La propuesta hospitalaria se completa con 15 villas realizadas por el despacho Legorreta Sepúlveda, que las diseñó con arquitectura inteligente inmersiva en la que cada uno de los espacios entra en sintonía con la naturaleza. La decoración estuvo a cargo de ADI Studio, quienes vistieron las villas únicamente con piezas de diseñadores mexicanos contemporáneos. Entre las experiencias que se ofrecen a los huéspedes hay paseos en bicicleta, caminatas por los viñedos, cosechar ingredientes de los huertos y cocinarlos en la comodidad las villas, disfrutar de la alberca o tomar una copa de vino en la terraza con vista a su lago biodinámico, único en el mundo y que reafirma su compromiso con la naturaleza. Bruma se consolida así como el lugar en donde los viajeros pueden reconectar con la armonía, mientras se disfruta de las maravillas de las tierras mexicanas.