Zegna reinventa el armario masculino con su colección L’Oasi di Lino

Hace muchos años (yo entonces era bastante más joven y lozano), tuve el privilegio de entrevistar a Ermengildo Zegna, más conocido como Gildo, presidente y CEO de la compañía fundada por su abuelo en 1910, en los headquarters de la casa italiana en Milán.

Le dije algo que, a mi juicio, Zegna ha revolucionado la sastrería tradicional no sólo italiana, sino global, y se ha inventado un nuevo protocolo de la indumentaria masculina que al fin ponía al hombre, directamente, del siglo XIX en el siglo XXI. Gildo sonrió y respondió: “Es lo mejor que me podía haber dicho nadie”. A partir de ahí, la entrevista discurrió como la seda…, y pasamos del inglés a un español políglota de lo más estimulante. 

Cuando vi el desfile que su director creativo, Alessandro Sartori —¿se puede tener un apellido más ad hoc para el gran visionario de la sartoria posmoderna?—, presentó el pasado lunes en la plaza San Fedele en Milán bajo el título de L’Oasi di Lino, me acordé de aquella entrevista y sentí una envidia (nada sana, porque no existe tal cosa) por lo que está haciendo al frente de la casa masculina por excelencia no sólo en Italia, sino en todo el mundo. En esta colección Sartori da no un paso más allá, sino un auténtico tour en lair digno de un Nijinsky del diseño contemporáneo. 

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Zegna
Alessandro Sartori, director creativo de Zegna.

Se trata de una colección bellísima de estilo aparentemente relajado donde tras la sencillez de su diseño se esconde la perfección de la mejor sastrería. Sartori destila la perfección de los cortes en piezas que parecen inspiradas en la ropa de trabajo de un elegantísimo campesino en un pantone que haría las delicias de Luca Guadagnino: tonos paja, tierra, siena, arena, beige y hasta más sólidos, como un tono trufa que parece fundirse sobre el asfalto, que combinan con acentos de una delicadeza sublime en menta, durazno, naranja pálido y crema. 

Como dice el propio diseñador de la casa, “el traje como combinación de saco y pantalón ya no se lleva, hoy todo se lleva con todo”. Las solapas desaparecen para fundirse con la piel, la napa es más suave que el propio lino —hilo conductor del desfile, en el que grandes gavillas recordaban a la audiencia el origen textil de este tejido que bajo la mirada de Sartoria se convierte casi en una especie de tejido futurista y hi-tech—, los sacos se relajan y las camisas abrazan.

Las proporciones son las del propio cuerpo y no hay reglas, porque como bien dice este genio del tejido y de una masculinidad que no tiene nada que ver con los clichés, “todo se lleva con todo”. Porque, como el propio Gildo me confirmó, el lujo hoy ha pasado, paradójicamente, de lo material a la materia… y nadie maneja mejor la materia (y sus materiales) que Zegna.