
La primera impresión cuando ves en persona a Jon Rahm es un tanto contradictoria para un tipo de 25 años con un éxito tan indiscutible en el golf.
Corpulento, con manos grandes de aspecto poderoso (que ayudan a entender el mote de Rahmbo), en sus movimientos no hay nada que delate prisa alguna; su tono de voz y su semblante son serenos. Tanto que te entra el temor usual previo a una charla cuando el personaje se presenta en esas condiciones: “No quiere hablar”.
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Por suerte, la preocupación se desvanece en cuanto inicia la conversación y empieza. Invitados por Rolex, charlamos con el golfista español durante su visita a la Ciudad de México, donde participa en el WGC-Mexico Championship, desde el 19 hasta el domingo 23 de febrero del presente año.
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¿Cómo mantienes la cabeza fría al jugar bajo presión?
— He hablado con muchos atletas sobre esto y la respuesta más común es la rutina: antes de jugar, antes de dar un golpe; Tiger Woods siempre habló de los 30 segundos que usa para entrar en su zona, olvidarse del mundo y concentrarse en el golpe. Requieres constancia para alcanzar ese estado mental y competir o trabajar al más alto nivel, porque lo mismo aplica con los presidentes de grandes compañías.
Masters patrons crowd No. 16 as Masters champion Jordan Spieth tees off during the first round at Augusta National Golf Club on Thursday, April 7, 2016.
©Augusta National 2016
Jon Rahm explica también qué lo seduce de su deporte: “Competir contra mí mismo: tú eres quien debe entrenar, ser sincero consigo mismo y ponerse los límites. Aquí no dependes de nadie para competir y mejorar; en el tenis se involucra la persona frente a ti: puede que juegues muy mal, pero si esa persona juega peor, vas a ganar. En golf, si lo haces muy mal, es difícil que el resto de los 120 sea peor”.
Además, señala un momento clave: “No sé si al principio a todo mundo le encanta el golf, es tan complicado darle a la bola… pero el momento en que pegas el primer golpe, le das en el centro y la bola vuela… Ese sentimiento te atrapa y te hará volver a intentarlo”.
En cuanto a lo que el golf le ha dejado como persona, bromea: “Muy poco tiempo libre (risas). El golf me pone en mi sitio, me da humildad, porque por mucho que entrenes, cualquier día puedes volver a jugar mal y toca volver a empezar. Aunque estés en lo más alto del golf, cualquier día va a haber un bajón que te lleva a centrarte. Eso me ayuda a valorar el esfuerzo no sólo profesional, sino también en mis relaciones personales. Mi vida personal y el golf se apoyan en ese sentido”.