
En el vértigo de la industria creativa, donde la exigencia nunca duerme, detenerse es casi un acto de rebeldía. Para el diseñador de modas mexicano Kris Goyri, esa pausa no llegó como una elección, sino como una necesidad vital tras ser diagnosticado con Lyme en 2023. Tras transitar un camino incierto entre diagnósticos y búsquedas de alivio, encontró en SHA un espacio para reconfigurar no solo su salud, sino su forma de habitar el mundo. Lo que siguió fue una experiencia de reconexión profunda: a través del programa Rebalance & Energize, Kris vivió un proceso integral que combinó tecnologías avanzadas, medicina natural y un enfoque profundamente humano. En esta entrevista íntima, nos comparte su viaje hacia la renovación.
Un cuerpo que pide ser escuchado
La enfermedad sorprendió a Kris en medio de una temporada llena de compromisos, donde los horarios se desdibujan y la mente suele ir más rápido que el cuerpo. El diagnóstico de Lyme fue el llamado de alerta: una voz interior que ya no podía ser ignorada. Así, Kris decidió hacer lo que rara vez se permite en su profesión: detenerse.
El diseñador de modas mexicano llegó a SHA buscando respuestas, contención y claridad, pero lo que encontró fue algo mucho más amplio: un entorno diseñado para sanar desde lo más esencial. Y es que, desde el primer día, se sintió comprendido. Cada detalle, desde la entrevista médica inicial hasta el menú personalizado, le hablaba de una filosofía donde la salud no es un estándar genérico, sino una creación única, íntima y personal.
Ahí, con ese ritmo nuevo, comenzó a surgir una conciencia más profunda: la salud no es un estado, sino una práctica diaria, un compromiso con uno mismo. Kris lo resume con sencillez: “La verdadera fuerza está en seguir caminando con dignidad, incluso en los días difíciles”.
Video Recomendado
Redibujar los contornos de la energía
Para Kris, el programa Rebalance & Energize de SHA no fue un retiro como tal, sino una experiencia de reinicio. Cada tratamiento, sesión y alimento servían un propósito específico: devolverle vitalidad al cuerpo, claridad a la mente y profundidad a las emociones.
De esta manera, nuestro protagonista descubrió que el cuerpo también puede hablar a través del descanso. Las sesiones de respiración, las terapias energéticas y el yoga le revelaron que el silencio puede ser tan poderoso como el movimiento. “En esos espacios sin ruido, volvía a escuchar esa voz interna que a veces la vida diaria apaga”, nos cuenta.
La acupuntura, una práctica que él ya conocía, adquirió en SHA una dimensión distinta: precisa, sabia y efectiva. Mientras que cada mañana, un ritual de sauna infrarrojo marcaba el inicio de una jornada nueva. Así, el proceso comenzó a cobrar propósito y mucha convicción: “Era como decirle al cuerpo: ‘buenos días, alegría’. Te despierta, te limpia, te reinicia”. Para Kris, ya no se trataba de “curarse” de forma aislada, sino de recobrar un equilibrio perdido y de integrar salud, placer, energía y conciencia en un solo cuerpo.


El diseño del bienestar
SHA también fue una lección estética para Kris. No solo por su excepcional arquitectura o el interiorismo impecable de sus espacios, sino por la belleza que emergía de cada ritual cotidiano. Comer, por ejemplo, se volvió una forma de meditación. La cocina, rigurosamente saludable, no estaba pensada como una restricción sino como una celebración: platos vivos, diseñados para sanar y disfrutar. Además, la tienda del lugar, que muchos visitantes pasan por alto, se convirtió para él en una fuente inesperada de inspiración. Encontró ahí una curaduría precisa de productos para el bienestar, suplementos, belleza y hasta moda. “Es un espacio que inspira”, nos platica.
Y es que el diseño, así como el bienestar, es un lenguaje: uno lleno de textura, armonía, funcionalidad y alma. Así, SHA hablaba ese dialecto con la fluidez de quien ha entendido que sanar es un acto de belleza.


Un nuevo orden para crear
La transformación de Kris no solo fue física. En esos días de pausa, comenzó a replantearse su relación con la productividad. Acostumbrado a un ritmo donde crear es casi una urgencia permanente, entendió que también hay belleza en el espacio vacío, en el descanso y en el tiempo sin un propósito específico. “Entendí que no siempre se trata de estar creando sin pausa, sino de encontrar un orden: momentos para radiar creatividad y momentos para simplemente estar conmigo”, nos compartió. La magia de SHA no solo le devolvió a Kris la energía como si se tratara de llenar un tanque: le enseñó a administrarla con sabiduría y a mirar su propia carrera con mayor paciencia y generosidad.
Un lugar que realmente te ve
Un elemento que marcó la diferencia en esta experiencia para Kris fue la empatía. En cada rincón y con cada profesional, sintió algo pocas veces vivido en el mundo de la salud: ser comprendido de verdad. El equipo no solo conocía la enfermedad de Lyme, algo poco común incluso en entornos médicos convencionales, sino que sabía acompañarlo desde el conocimiento y la escucha.
Durante su estancia, Kris se llevó momentos inolvidables, como sus sesiones de pranayama con Rox, donde descubrió “un lenguaje nuevo entre mi mente y mi cuerpo”, o sus clases con Isa, a quien llamó “una de las mejores maestras de yoga que he tenido”. Incluso los pequeños gestos cotidianos, como la calidez de los meseros o la guía de hidroterapia, le dejaron huella.
Ese acompañamiento constante, humano, genuino, fue parte esencial de su proceso. Cuando uno se siente visto, escuchado, cuidado, el cuerpo responde: se rinde al descanso y se abre a la transformación.
El arte de parar
Hoy, al mirar atrás, Kris reconoce que aquella pausa forzada fue, en realidad, un acto de renacimiento. Detenerse no fue una debilidad, sino una afirmación de vida y SHA fue el escenario perfecto para ese despertar. “Revitalizarse es mucho más que un lujo: es una necesidad profunda para vivir de verdad”, concluye nuestro protagonista.
SHA no solo ofrece bienestar, sino algo aún más poderoso: un camino de regreso hacia ti. Hoy, tras conocer la experiencia de Kris Goyri, este excepcional espacio comprueba que es un buen lugar para dar el primer paso hacia una de las transformaciones más profundas de la vida.