Si alguna vez has pasado las fiestas navideñas recorriendo los mercados alemanes, del norte y centro de Europa, seguramente has visto e incluso probado el vino caliente. Esta bebida típica de los países nórdicos y centricos del viejo continente se suele beber en Adviento y consiste en una infusión de vino especiado con azúcar y/o cáscaras de cítricos a los que puede añadirse licor.
La base de esta bebida es el vino tinto o blanco, según prefieras, y tal como su nombre indica se bebe caliente empezando el Adviento, es decir, el periodo que señala el comienzo del año litúrgico cristiano y comprende las cuatro semanas anteriores a la Navidad, el domingo más próximo al día de San Andrés que se celebra el 30 de noviembre. Pero si tú no quieres realmente seguir como tal una tradición religiosa, podemos decir que lo típico es empezar a tomarlo entre la última semana de noviembre y la primera de diciembre.
Y sí aunque el resto del año siempre te recomendamos tomar el vino a una temperatura ambiente o ligeramente fresco, en invierno y considerando las bajas temperaturas es totalmente válido darle un giro y acompañar tus tardes e incluso comidas con una buena taza de vino caliente.
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Cabe señalar que el origen del vino caliente se remonta a la época de los romanos pues los historiadores señalan que Apicio describió una bebida muy parecida llamándola Conditum Paradoxum, por lo que si algún purista de la enología te ve con malos ojos por calentar el producto de la vid, tú solo dile que es parte de una tradición milenaria y ya una vez que entres en calor puedes cambiar la taza por una copa.
Lo mejor es que gracias a su ligero dulzor y notas especiadas que adquiere por su preparación funciona perfectamente para maridar con platillos típicos de la temporada incluyendo carnes y pavos.
¿Cómo preparar vino caliente?
Ingredientes
- 150 ml de vino tinto o blanco seco
- 10 g de azúcar granulado
- 5 g de canela en rama
- 1 g de clavos
- 1 trozo de cáscara/piel de limón
- 1 trozo de cáscara/piel de naranja
Procedimiento
Vierte el vino en una olla a fuego lento, añade el azúcar, la canela, el resto de las especias y las cáscaras de limón y naranja. Remueve mientras comienza a calentarse, evitando que llegue a la ebullición (para que no se evapore el alcohol) y justo antes de que vaya a hervir retira del fuego para después colar y vertir en una taza.