Los límites entre el planeta y el espacio se han ido borrando con el paso del tiempo, hoy en día el dominio espacial podría considerarse esencial para el comercio moderno, el descubrimiento científico y la defensa, pero para que todo esto se concrete la NASA y otras organizaciones como DARPA han tenido que crear nuevas tecnologías para la llegada de los humanos a este destino.
No solo el movimiento de las cargas útiles, también el de los humanos requiere de la innovación de la tecnología de propulsión y el objetivo del programa DRACO (Demonstration Rocket for Agile Cislunar Operations) es que se pueda poner en el espacio cohetes térmicos nucleares.
El uso de este tipo de propulsión marcaría una diferencia sustancial en la forma en la que se llega al espacio, pues los astronautas podrían viajar hacia y desde el espacio profundo mucho más rápido que nunca, avanzando cada vez más a la llegada a Marte.
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El motor del cohete térmico nuclear (NTR) utiliza un reactor de fisión para generar estas temperaturas.
Ese motor transfiere el calor producido por un reactor a un propulsor líquido, que se expande y expulsa para propulsar la nave, siendo mucho más eficiente que la propulsión líquida convencional.
Usar este tipo de cohetes también reduciría el riesgo para los astronautas, pues cabe resaltar que al reducir el tiempo de tránsito en una misión humana habría menos peligro de la falta de suministros y sistemas.
La última vez que se intentó el uso de motores de cohetes térmicos nucleares fue hace más de 50 años, sin embargo, la tecnología ha avanzado mucho desde entonces y ahora la NASA cuenta con el apoyo de DARPA, con quien anteriormente ya había trabajado en el cohete Saturno V.
La capacidad de lograr avances en la tecnología espacial a través del programa de cohetes térmicos nucleares DRACO será esencial para transportar material a la Luna de manera más eficiente y rápida y, eventualmente, personas a Marte.
La NASA nunca ha quitado el dedo sobre el Planeta Rojo, con el objetivo de llevar astronautas allí a fines de la década de 2030 o principios de la de 2040, viendo la propulsión térmica nuclear como un avance clave que podría hacer que este objetivo sea más alcanzable.