“Doctor, si me deja tomar este tequila, le prometo no beber en mi funeral”, dijo un día la afamada pintora, y exponente de nuestro país, Frida Kahlo. Y, ¡qué promesa tan certera! Pues ahora los mexicanos la usamos para permitirnos tomar ese caballito del elixir nacional que tanto nos gusta. Además, decimos que los verdaderos patriotas bebemos este destilado y que a todas las preguntas, la respuesta siempre es ‘tequila’.
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Recorrer los campos de agave en Atotonilco, en los Altos de Jalisco, y conocer los procesos para hacer esta bebida, es casi obligado para los fanáticos del espirituoso.
La marcha es larga, pero da frutos. Esto bien lo sabe Tequila Don Julio -con más de 70 años de tradición-, cuyos procedimientos meticulosos recuerdan aquellos que el mismo Julio González, fundador de la marca, estableció en 1942. Las cosas no han cambiado mucho, todo es resultado de la pasión.
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Cada botella está hecha 100% de agave azul Weber, cosechado manualmente en la fértil región. Así, desde que se planta dicho agave, hasta que se añeja el líquido en barricas, los pasos son firmes y cuidan la calidad.
Todo comienza con los jimadores, quienes, después de seis años -es el tiempo mínimo y exacto que debe permanecer plantado-, reconocen la madurez del agave, y lo sacan de la tierra color rojiza para poder llevar a cabo el jimado, mientras cortan hoja por hoja para dejar completamente limpia la piña madura. Más tarde, en la destilería La Primavera, son cortadas en ‘pequeños’ pedazos para ser enviadas a los hornos de mampostería, donde alcanzan el punto exacto de cocción.
Una vez listas, son maceradas para extraer ese dulce elixir que, más tarde, será fermentado y enviado a enormes alambiques para ser destilado. Aquí es dónde la magia aumenta, pues, después, se lleva a cabo el añejamiento de cada bebida, según el tipo de etiqueta en la que se convertirá. Finalmente, los restos del agave son usados como composta.
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Así, a partir de su envejecimiento, la gama que Tequila Don Julio ofrece, es:
Don Julio Blanco
Directo de alambique, es suave y tiene un dulce sabor a agave.
Don Julio Reposado
Para ser reposado necesita pasar de uno a 12 meses en contacto con madera. En Don Julio lo añejan durante ocho meses en barricas. El sabor es elegante con tonos de chocolate negro, vainilla y canela.
Don Julio Añejo
Para que sea añejo, es necesario que repose de 12 meses a 36 en barriles de roble americano -esto es ley-. En la destilería lo dejan añejar 18 meses. En paladar es robusto y complejo con expresiones de agave cocido, miel, caramelo y roble.
Don Julio 70 Cristalino
Creado por el maestro destilero Enrique de Colsa, es un tequila completamente añejo. Su resultado es de una extracción que lo convierte en un espirituoso, literalmente, del tono de un cristal. En boca se percibe el agave cocido acompañado de la miel, el caramelo y la vainilla. Lo frutal resalta, sobre todo la lima y la guayaba. Es dulce y el final es un poco amaderado.
Ahora que sabes la experiencia y el largo proceso que conlleva crear este espirituoso, la próxima vez que des un trago a tu tequila, será aún más placentero.
Si no sabes cómo beberlo, la respuesta es ‘como a ti más te guste’.