No tiene a un James Bond definido, pero sí al quarterback más famoso de la NFL, Tom Brady, o a la tenista ga-na-do-ra-de-to-do, Serena Williams. El modelo DB11 de Aston Martin está hecho para soñar y vaya que lo logra. Tanto, que la compañía –orgullosamente inglesa- ha salido del bache económico en el que se encontraba gracias a la gran demanda que ha suscitado este espectacular angelito.
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Lo primero que te impresiona es el diseño; de principio a fin todo es una propuesta orgánica con las proporciones clásicas y armoniosas que de sobra conocemos, pero con ciertas reinterpretaciones muy acertadas como la icónica rejilla del radiador que ahora está más presente que nunca. Internamente es más fuerte, más seguro, más dinámico y eficiente en el espacio. Un rasgo a destacar es el posicionamiento del motor V12 –el más potente de la casa- de 5.2 litros de doble turbocompresor; esta vez está más retirado para lograr una distribución perfecta del peso. Todo, gracias al aumento de la distancia entre los ejes.
Su interior refleja a la perfección la elegancia con la que se mueve la firma desde sus inicios. Materiales naturales, artesanía de alta calidad, tecnología de última generación y más espacio, mucho más espacio… –en su cajuela caben perfectamente dos bolsas de golf, aunque si te interesa algo más familiar, el modelo DB11 tiene capacidad para fijar dos asientos para niños-.
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En carretera, esta belleza alcanza su máxima expresión con un total rendimiento de su motor. Lo mejor, pasar de modo a GT a Sport en plena campiña inglesa y descubrir cómo la agilidad y la firmeza logran una conducción incomparable a cualquier otro coche que hayas manejado en tu vida.